Tontas trampas de república bolivariana
Cambiar la semántica para dejar de computar como parados a personas que no trabajan es hacerse trampas al solitario, una autoestafa
Fiesta y champán: «El paro baja en el mejor mes de octubre de la historia». La ministra Gómez, eufórica: «Son muy buenos datos para la ciudadanía y muy malos para los agoreros del apocalipsis». Con una exultante sonrisa televisiva, Yolanda celebra que se ha logrado un gran dato en un mes «que parecía una maldición». Las cifras de empleo de octubre sirven para montar a un feliz jueves de propaganda del Gobierno. El empleo va muy bien en España. La economía marcha, por mucho que ladren los cenizos de «la derecha y la ultraderecha». ¿Qué mejor prueba que este formidable octubre en las oficinas de empleo?
Pues bien: todo es una paparrucha, un tocomocho muy sencillo de desmontar. ¿Por qué se ha producido el famoso octubre «histórico»? Pues porque el Gobierno se ha hecho trampas al solitario (engañando de paso a todos los españoles). El milagro del empleo atiende a un truco semántico introducido por Yolanda Díaz en la última reforma laboral. Los fijos discontinuos en busca de un empleo, que antes se contabilizaban como parados, han pasado a constar como trabajadores en activo, aunque de hecho no estén trabajando. Con esta engañifa se ha dejado de contar en octubre a 123.423 parados. Si se hubiesen incluido, la noticia ya no sería la que se publicó (27.000 empleados más en octubre), sino esta otra totalmente diferente: el desempleo subió en octubre en 96.436 parados.
Resumen: una trampa evidentísima permite convertir un fracaso en un éxito y vender al público la moto de que el empleo va bien, cuando en realidad va mal.
Cambiar la manera de cuantificar los datos y maquillarlos para favorecer los intereses políticos del Gobierno de turno es algo que ya se había visto antes. Pero solo en la Argentina de Cristina Fernández, en la Venezuela de Maduro, o en otras exóticas satrapías. Resulta insólito que un país avanzado del primer mundo truque de manera tan zafia el recuento de parados para que el Gobierno salga guapo en la foto. Pero ya estamos ahí. De hecho hicieron lo mismo con la cifra de muertos de la pandemia.
La situación se agrava por la discutible calidad del periodismo español actual. La rueda de molino de Yolanda Díaz sobre que el paro había bajado en octubre fue digerida de manera acrítica y sin análisis alguno por la inmensa mayoría de los medios españoles. El Debate fue uno de los pocos periódicos que se tomó la molestia de explicar al momento la trampa de los fijos discontinuos (y a lo mejor por esfuerzos así disfrutamos del privilegio de contar con lectores como usted).
Tontas trampas de república bolivariana. Como el hecho de seguir en el poder después de haber sido condenado dos veces por el Tribunal Constitucional. O manipular las encuestas del Estado al servicio del partido de Gobierno. O asaltar sin rubor alguno la televisión pública para colocar al frente a una comisaria política que dé más caña a la oposición. Nunca en España se había producido un deterioro tan acelerado de la calidad de la democracia como desde 2018 hasta hoy.
(PD: Hay más milagros. Ha sido cambiar al responsable de INE y la inflación ya ha empezado a bajar. Imagino, por supuesto, que se trata solo de una felicísima casualidad).