La amenaza de la extrema izquierda
Nunca en 45 años de democracia la extrema izquierda tuvo tanto y tan inquietante poder
El jueves por la noche, cuando el Congreso debatía la proposición de ley del PSOE y Podemos para eliminar el delito de sedición, Gabriel Rufián, el portavoz de ERC, cerró su intervención con las siguientes palabras: «Con esta reforma quitamos su juguete a los jueces fascistas». Y sus planteamientos no se diferenciaron mucho de los de Jaume Asens, el representante de Podemos. Este es el sustrato ideológico de la derogación de la secesión que el Gobierno ha pactado con ERC, los valores de la conjunción del independentismo con la extrema izquierda.
La eliminación de la sedición es un paso especialmente grave en la degradación del Estado de derecho, y no tanto por la reforma en sí misma, sino por el acuerdo en que se basa: un pacto con los autores del delito para eliminar el delito por el que fueron condenados, y a cambio de su voto favorable al Gobierno en la votación de los Presupuestos. Es un ataque a los fundamentos del Estado de derecho que a estas horas ya constituiría un escándalo europeo, si los implicados fueran partidos y Gobiernos populistas de extrema derecha y no de extrema izquierda e independentistas como es el caso en España.
La motivación de Pedro Sánchez es puramente instrumental y no ideológica, un simple medio de afianzar su poder. Y de la misma forma que apoyó al PP en la aplicación del 155, ahora no tiene escrúpulo alguno en pactar con los golpistas, lo mismo que lo hizo con los indultos en contra del criterio del Tribunal Supremo y de la Fiscalía. Por eso hay socialistas que quieren rebajar la gravedad del acuerdo con la idea de que Sánchez es capaz de engañar a Junqueras, de darle la vuelta a esta decisión con otra en el futuro en un sentido completamente opuesto. Y hasta se esfuerzan por creerse la fabulación de que este pacto resolverá el problema independentista de Cataluña, aunque sean los propios socios del pacto quienes nos recuerdan que su objetivo irrenunciable es la autodeterminación y el referéndum por la independencia.
Pero lo que ocurre mientras Pedro Sánchez se asegura unos meses más en la Moncloa es que la extrema izquierda afianza igualmente su poder en todas las instituciones. Más que nunca en toda la historia de la democracia, y no solo porque haya un partido de extrema izquierda en el Gobierno de la nación, sino porque partidos como ERC y Bildu han logrado una capacidad de influencia en las instituciones que nunca tuvieron. Quizá se olvida en demasiadas ocasiones que tanto Bildu como ERC son de extrema izquierda además de independentistas, y por eso muy cercanos a Unidas Podemos en todos sus planteamientos. Desde las simpatías por los totalitarismos comunistas hasta los valores anticapitalistas, pasando por el cuestionamiento de la monarquía parlamentaria, el anticlericalismo o el apoyo a la cultura de la cancelación.
En ese contexto, el pacto para eliminar la sedición con los propios delincuentes no solo es una amenaza al orden constitucional, sino una medida más de la agenda de la extrema izquierda que el Partido Socialista está llevando a las instituciones de nuestro país. Nunca en 45 años de democracia la extrema izquierda tuvo tanto y tan inquietante poder.