Y ahora, la Corona
Urge llegar a la conclusión de que si desde tantos frentes están acosando a la Monarquía es porque saben que necesitan debilitarla para acabar con ella y facilitar sus objetivos de traición a la patria por medio de su ruptura
Isabel Díaz Ayuso, en su entrevista publicada en El Debate ayer, creo que ha sido la primera dirigente política con mando relevante en plaza que lo ha dicho con tanta claridad. Este Gobierno y sus aliados partidarios de destruir España tienen dos objetivos inmediatos que van a someter a votación: el futuro de Cataluña y el de la Corona. La mayor certeza de que Cataluña y su independencia van a estar sometidas a sufragio universal es que desde el Gobierno de la nación se ha negado esa posibilidad. Y ya todos sabemos lo que quiere decir que Sánchez y su equipo nieguen que algo vaya a pasar: que ocurrirá más pronto que tarde. La única salvación para la Corona es que todavía no ha negado la posibilidad el Gobierno. Pero como somos conscientes de que los independentistas catalanes y vascos saben que el principal factor de unión de los pueblos de España es tener un Rey común, la forma más expedita de justificar que aquí no hay una nación sino muchas es acabar con la Monarquía. No por casualidad, el Cantón de Cartagena se declaró el 12 de julio de 1873. Hacía exactamente cinco meses que había caído la Monarquía de Amadeo de Saboya y ya habían presidido la I República Estanislao Figueras y Francisco Pi y Margall, que era presidente el día de la sublevación de Cartagena, pero que caería seis días más tarde, el 18 de julio de 1873, sucedido por Nicolás Salmerón.
Hago esta recolección histórica porque los que quieren romper España saben que la Monarquía es un factor esencial de cohesión contra el que es mucho más difícil luchar. No sé si quienes aconsejan al Rey son conscientes del peso que tienen la institución y el Monarca. Pero urge llegar a la conclusión de que si desde tantos frentes están acosando a la Monarquía es porque saben que necesitan debilitarla para acabar con ella y facilitar sus objetivos de traición a la patria por medio de su ruptura.
Los pasos para hacer un cambio revolucionario se dan todos los días. Ahora ya marchan al ritmo de las brigadas de la Legión –con perdón por manchar su limpio nombre con este ejemplo– pero sólo Díaz Ayuso ha tenido el valor de señalar explícitamente el propósito de poner a la Corona en el disparadero.
El asalto del PSOE a todas las instituciones es de una evidencia incuestionable. Que el Tribunal Constitucional haya tenido que convocar de urgencia un pleno extraordinario para valorar las medidas cautelarísimas que solicita el Partido Popular para impedir la elección como magistrados de los dos candidatos afines a la Moncloa prueba la gravedad de la crisis.
Ese intento de tomar el control del Constitucional sería un paso más en la ruta que lleva a la autorización de cualquier consulta plebiscitaria. Y la que más les importa es la consulta, referendo, o plebiscito sobre la Monarquía porque saben que es el más fácil para hacer una campaña distorsionadora de la realidad, populista y letal. La verdad es irrelevante con estos enemigos de la Constitución. Y el Rey, su objetivo. Don Juan Carlos sólo ha sido una excusa con mucha distorsión. El fin último es Don Felipe y la institución.