El gran cirujano
Propongo –y espero que Carmen Calvo se una a mi propuesta– el Premio Nobel de Medicina a título póstumo al general y doctor, al gran cirujano vesicular, don Francisco Ferrol Bahacumbre, para los socialistas, Francisco Franco
He tenido la suerte de conocer a grandes cirujanos. Con nueve años me operó de apendicitis el mítico don Plácido G. Duarte, al que dediqué la primera poesía de mi vida cuando desperté de la anestesia. Conocí en Madrid al doctor Christian Barnard, el cirujano sudafricano que realizó el primer trasplante de corazón. Barnard, como persona tenía poco interés, lo contrario que su mujer, Bárbara Zöelner, que era una criatura guapísima y adorable. En el caso de sufrir un grave episodio vascular, me habría dejado operar por ella antes que por su marido, aunque no fuera doctora en Medicina. Y ahora, aquí en la Montaña de Cantabria, tengo de amigo al doctor don Daniel Casanova, catedrático de Cirugía, y como todos los grandes médicos, un profundo humanista. Pero ninguno de ellos –y del resto de los médicos del mundo– se puede comparar con el gran militar y extraordinario cirujano gallego don Francisco Ferrol, al que los socialistas llaman Francisco Franco. La humanidad se ha enterado, a los 47 años de su fallecimiento, de su ingente dedicación a la cirugía digestiva. Y ha sido una exvicepresidente del Gobierno socialcomunista de España, la egabrense Carmen Calvo, la encargada de informarnos de la insuperable capacidad del general y doctor don Francisco Ferrol Bahacumbre como cirujano especializado en vesículas biliares femeninas. El general y doctor fue jefe del Estado español durante 36 años. Yo no era partidario, pero hay que reconocer que el paso del tiempo ha demostrado muchas de sus virtudes y aciertos. No era demócrata, y gobernó con un sistema totalitario. Pero tenía un alto concepto de la política social y las obras públicas. El presidente que nos gobierna ahora tampoco es demócrata, y lo hace con la sola ambición de colmar sus beneficios personales que sobrevuelan al bienestar y unidad de los españoles. Y sí. Ha sido la exvicepresidente Carmen Calvo Poyato la que nos ha revelado la realidad. Que el general y doctor don Francisco Ferrol Bahacumbre operó y extirpó la vesícula a todas las mujeres de España, ella incluida. Se calcula, según las palabras de doña Carmen Calvo Poyato, que realizó más de treinta millones de intervenciones quirúrgicas vesiculares, simultaneando la práctica de la medicina con sus obligaciones como jefe del Estado. A pesar de haber construido decenas de hospitales públicos y de la Seguridad Social, creada por él –falleció en el de la Paz, uno de ellos, y quizá el más avanzado y prestigioso de aquellos tiempos–, ninguno de ellos tenía capacidad para tantas intervenciones. Se dice que extirpaba a las mujeres sus vesículas en el estadio Santiago Bernabéu, unas diez mil cada noche. Pero jamás operó a un varón. «Franco quitaba la vesícula a las mujeres. A mí me la quitó», ha reconocido la prestigiosa amargada. La vesícula biliar, como su nombre indica, es un pequeño órgano que genera la bilis. La bilis alcanza el hígado y posteriormente desemboca en el duodeno, por un trasvase conocido como colédoco, formado por la unión de los conductos cístico y hepático. Cuando en el colédoco se forma el barro biliar, empiezan los problemas, que pueden resultar muy dolorosos si el barro biliar se convierte en una piedra que obstruye la limpieza de su camino natural. Como se ha demostrado, se puede vivir perfectamente sin vesícula –ninguna mujer de más de 50 años la tiene porque el doctor Ferrol, para los socialistas Franco, se la quitó a todas–, pero alguna operación no salió de forma satisfactoria. Por ejemplo, la de Carmen Calvo, que en lugar de reducir su dosis de bilis, es en sí misma una charca, una aguzadera de bilis con forma de mujer. Pero el resto de las intervenciones –gratuitas– se cumplieron a la perfección. He llamado a muchas de mis amigas de la juventud, y efectivamente, me han confirmado que Carmen Calvo ha hablado tarde, pero acertadamente. Ninguna de ellas tiene vesícula. Para encontrar mujeres con vesícula hay que recurrir a menores de 47 años, porque ni el Rey Juan Carlos, ni Adolfo Suárez, quitaron las vesículas a las féminas. Bastante tuvieron con impulsar la Transición, la Constitución y alguna cosilla más.
Propongo –y espero que Carmen Calvo se una a mi propuesta– el Premio Nobel de Medicina a título póstumo al general y doctor, al gran cirujano vesicular, don Francisco Ferrol Bahacumbre, para los socialistas, Francisco Franco.