Uy, Pedro, esto no estaba en el plan
A Sánchez se le olvidó que en España todavía existe la justicia independiente, que ha metido un buen rejón al penoso pasteleo con Junqueras y Bildu
Un plan infame, sin duda. Pero a Sánchez le ha venido funcionando para sobrevivir desde 2018. El guion era tan osado –y felón con España– como sencillo: comprar el apoyo de Junqueras y Otegi mediante concesiones insólitas del Estado. Incluso a costa de pisotear la seguridad jurídica, debilitar la unidad de la nación y bailar sobre la memoria de los asesinados por ETA.
El pago del rehén de la Moncloa a Junqueras fueron los indultos y amnistiarlo de facto, modificando el Código Penal a su dictado para que pudiese retornar a la política como candidato. El acuerdo con Otegi consistió en ir sacando a los etarras a la calle, según confesó el propio exterrorista. La maniobra se hizo acercando a los pistoleros al País Vasco y otorgándole las competencias de prisiones al inefable PNV para que fuese abriendo la puerta.
Acostarse con Junqueras y Otegi fue una jugada arriesgadísima que ha acabado sintetizada en el éxito de la frase de moda. Ayer mismo, Sánchez volvió a escucharla cuando salía de la capilla ardiente de Saura en la Academia del Cine. Al verlo pasar, un parroquiano le gritó desde la terraza de un bar próximo: «¡Antoñete, que te vote Txapote!». Ya no puede pisar una calle de España sin que suene ese lema.
En política, si intentas hacer malabares imposibles al final siempre acabas rompiendo un plato. O media vajilla. En su infinita soberbia, a Sánchez se le olvidó que en España todavía resiste una justicia independiente, a pesar de sus tenaces esfuerzos por liquidarla. Este lunes, unos jueces honorables le han propinado un doble rejón, que le complica sus pasteleos con Junqueras y Otegi.
El juez Alejandro Abascal, de la Audiencia Nacional, ha abierto una vía para que se investigue el enorme éxodo que provocó la violencia etarra (el propio Gobierno vasco reconoce que hasta 200.000 vecinos tuvieron que hacer la maleta por la amenaza terrorista). Por su parte, el Supremo ha confirmado la inhabilitación hasta 2031 del socio preferente, Oriol Junqueras, arruinando así el proyecto del cerebro del golpe separatista de ser el cabeza de cartel de ERC en las próximas autonómicas. Los esfuerzos de Sánchez retorciendo el Código Penal al dictado del propio delincuente no han servido al final para saciar todas las exigencias de Junqueras. La famosa «desjudicialización» no existe. Y no podía ser de otra manera, pues dejar la ley en suspenso si quienes delinquen son los amigotes políticos del gobernante de turno equivale a montar una satrapía.
Junqueras, revirado e insidioso, no va a dejar pasar gratis el capón del Supremo. La famosa «desinflamación» de Sánchez y Bolaños tiene los días contados. O el PSOE le busca un nuevo apaño para rehabilitarlo en la vida pública, o empezará otra escalada para pedir de nuevo a la brava aquello por lo que jamás han dejado de trabajar: la independencia.
Cierto que Pedro tiene a su disposición el flamante TC alfombra de Conde-Pumpido, quien estará presto a visar cualquier enjuague que idee su PSOE para ayudar al amigo Oriol. Pero las elecciones están cada vez más cerca y nuevas cesiones excéntricas al separatismo añadirían más plomo en las alas de un Partido Socialista que ya vuela muy bajo con el oprobio del 'solo sí es sí'.
Unos jueces en su sitio no figuraban en la agenda del PAO (el alegre club de Pedro, Arnaldo y Oriol). A estas horas, Bolaños debe tener los pelos de punta sin necesidad de recurrir a la laca de su estudiado despeinado matinal.
Un día, sin saber por qué, se te acaba la chiripa y empiezas a encadenar tropiezos. Sánchez ya está ahí.