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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Bufandas

​El padre Ángel incrementa día tras día sus actividades sociales y se espera que, en los próximos días, visite a Isabel Preysler para mostrarle su incondicional apoyo después de su abrupta ruptura

Actualizada 01:30

Los hubo que afirmaban que Paco Umbral llevaba siempre su bufanda blanca por esnobismo dandy. Les cuento. A finales de un tórrido mes de julio, José María Stampa, el gran penalista, invitó a un grupo de amigos a comer en su casa de Chinchón. Para no tener que subir hasta su «dacha», quedé en recoger a Paco Umbral a las 12 en punto en el hotel Miguel Ángel. Y ahí estaba Paco, puntual, con una chaqueta de lana y su bufanda blanca aguardándome. A los cinco minutos de trayecto, todavía por la M-30, se quejó: -Si no quitas el aire acondicionado, no llego vivo a Chinchón. te lo suplico-. La súplica del escritor fue atendida. Apagué el aire acondicionado, y abrí por completo la ventanilla delantera izquierda, la del conductor, que era yo mismo. El calor, de plomo derretido, insoportable. Ya en carretera, Paco insistió en sus súplicas. -Si no subes el cristal de tu ventanilla, al llegar a Chinchón, en lugar de ir a casa de Pepe Stampa, me tendrás que llevar al Centro de Salud de Chinchón con una pulmonía incurable-. Subí el cristal de mi ventanilla y cumplimos los últimos veinte kilómetros con el coche herméticamente clausurado. El que estuvo a un paso del desmayo fue el conductor, que era yo mismo.

Paco Umbral no interpretaba ningún papel de friolero. Padecía la enfermedad de Raynaud, que le condenaba a experimentar una sensación de frío permanente. Se sentaba a comer con la bufanda, escribía con la bufanda, y si dormía con la bufanda lo ignoro, por cuanto no tuve jamás ni la intención ni la oportunidad de dormir con él. Paco Umbral no se inventó su frío. Lo sintió y lo padeció hasta el fin de sus días.

Pero hay otras bufandas menos sinceras y necesarias.

Como la roja del padre Ángel, ése gran figurón social también conocido como el «Paloma Segrelles del clero» o el «Gunillo Von Bismark de la caridad». No dudo del beneficio social de algunos de sus proyectos, pero de un tiempo a esta parte, desde que se dedica a ser, como en la canción de Cecilia, la novia en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro, sus dependencias se han deteriorado. Su frenesí social le ha llevado a actuar como Rafael Ansón en la gastronomía. Demostrado está que Rafael Ansón puede almorzar simultáneamente en cuatro restaurantes a la misma hora y el mismo día. Y el padre Ángel, asistir al mismo tiempo a cuatro eventos políticos sociales gracias a su don de la ubicuidad. A un acto podemita, a otro socialista, al cumpleaños de una marquesa y a la inauguración del Salón del Automóvil. Y lo hace sin esfuerzo, con toda naturalidad. Pero sus centros benéficos –y no tan benéficos–, ya le producen santo aburrimiento.

Leo de Luis del Pino y de Sandra León en Libertad Digital, que la Comunidad de Madrid le ha rescindido el contrato de gestión de un centro para enfermos de Alzheimer, en concreto, la Residencia Fundación Reina Sofía. Denuncias y protestas de los familiares de los mayores allí internados. Reducción drástica del personal y búsqueda de la máxima rentabilidad en todos los servicios. Falta de higiene y de cuidados. Ancianos abandonados, instalaciones sin reparar, desconexión con los enfermos. La consejera de Familia y Políticas Sociales, Concepción Dancausa, será la encargada de abrir un nuevo concurso, dotando de una elevación económica al centro, para liberarse de la gestión del padre Ángel, que ha colmado la paciencia de las familias de los ancianos allí recluidos. Mientras tanto, con su bufanda roja que caracteriza su estética, el padre Ángel incrementa día tras día sus actividades sociales y se espera que, en los próximos días, visite a Isabel Preysler para mostrarle su incondicional apoyo después de su abrupta ruptura con Mario Vargas Llosa, quizá el más grande de los escritores en español de lo que va de siglo y parte del anterior.

A pesar de lo mucho que me hizo sufrir camino de Chinchón, me quedo con la bufanda blanca del extraordinario Paco Umbral. Bufanda sincera.

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