La directora
La Guardia Civil no es, precisamente, la institución preferida de Sánchez. Con la directora González hará todo lo posible por humillarla y disminuirla, a pesar de ser la encargada de velar por su seguridad y la de su familia
Salvo excepciones, si hay una institución honesta, decente, vocacional, sacrificada e imprescindible en España, es la Guardia Civil. Cada vez que un miembro de la Benemérita, y más aún si se trata de un alto mando, es detenido por sus propios compañeros, el equilibrio de la sociedad española experimenta un golpe doloroso. Ahí está el caso de Tito Berni, del general en prisión y de Patxi López en el horizonte de la desvergüenza. Al menos, eso se dice en las redes sociales, que se adelantan a los medios de comunicación impresos y audiovisuales. Según se asegura, Patxi López «qué más te da», fue uno de los quince diputados socialistas que se saltó las restricciones durante la pandemia para cenar en Ramsés con el tito Berni y el llamado «mediador». Pero más grave se me antoja la dimisión de la directora general de la Guardia Civil, a la que El Debate ha descubierto que se está comprando Málaga con los dineros que gana su señor esposo desde la holgura de la deshonestidad. Tan grave o más que el caso de Roldán que, orgías cochambrosas aparte, se enriqueció de manera súbita a costa del prestigio del Instituto Armado. La directora Gámez no ha tenido otra salida que presentar su dimisión. La escena se me ha antojado patética. Se ha hecho acompañar por cuatro generales de la Guardia Civil, que se han prestado a posar uniformados y condecorados como fondo de la confusa dimisionaria. No tiene sentido la presencia en ese acto de los tenientes generales Salas, Blázquez, Llamas y Espejo. Faltó un quinto teniente general, Juan Luis Pérez, que no llegó a tiempo «a su pesar». Eso se hace en soledad, sin poner en ridículo la grandeza de unos uniformes. Esta señora, cumpliendo a rajatabla las instrucciones del marido de Koldo, de un tal Marlasca, y en contra de la opinión de la Guardia Civil, ha impedido que dos coroneles respetados por toda la Benemérita, Corbí, y Pérez de los Cobos, no puedan acceder a su merecido empleo de generales. Pero simultáneamente, la escapada de la directora Gámez podría interpretarse como una mala noticia al conocer la identidad de su sustituta. La sesgada y carente de mérito alguno para desempeñar el cargo de directora general de la Guardia Civil de Mercedes González, una periodista del PSOE, enchufada de Sánchez, más sosa que una acelga sin sal, que hasta ayer figuraba como delegada del Gobierno en Madrid. Esta mujer es un problema. Le abruma su tristeza y lleva como mochila un complejo de inutilidad tan pesado como lacerante. Carece de experiencia y de competencia, porque su único objetivo es servir a quien le ha llevado a desempeñar cargos inalcanzables de acuerdo a su modesta preparación. Y vive rebosada de parcialidad y resentimiento. Y, como toda sosa sectaria, es muy capaz de poner a la Guardia Civil del revés.
La Guardia Civil no es, precisamente, la institución preferida de Sánchez. Con la directora González hará todo lo posible por humillarla y disminuirla, a pesar de ser la encargada de velar por su seguridad y la de su familia. Sabe la desvalida González de la Guardia Civil lo mismo que el arriba firmante de la evolución cromática del escarabajo de la patata. Entiendo que el término que voy a emplear está tan anticuado como considerado de alto nivel peyorativo, e ignoro por qué. Pero la directora González lo que sido hasta ahora es la chacha preferida de Pedro Sánchez. Y tiene mérito adquirir ese grado de confianza, pero no el suficiente para dirigir con firmeza, justicia y ecuanimidad a la Guardia Civil.
Y me sigo preguntado, y no sé qué responderme, qué pintan cuatro tenientes generales de la Benemérita adornado con sus uniformes un acto de esa índole. También la obediencia debida y la disciplina tienen un límite. El que separa la lealtad de la sumisión.