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Post-itJorge Sanz Casillas

Carta a Escrivá de un cotizante miedoso

Me gustaría que me dijera si voy a cobrar una pensión en los términos y condiciones que lo hicieron mis abuelos: tanto curras, tanto cobras. Díganos la verdad, señor Escrivá, porque los números no mienten pero los ministros sí

Actualizada 02:01

Aunque la carta siempre me pareció recurso de mal columnista, hay que reconocer que una misiva te permite ordenar el pensamiento y alcanzar unas cotas de sinceridad e introspección superiores a las de una columna al uso. Por contra, te obliga a escribir en primera persona, algo para lo que hace falta mucho ego o mucho talento, cualidades que no me adornan.

A mí me gustaría que José Luis Escrivá viniera a este periódico para hacerle mis preguntas, que quizá sean también las suyas, estimado lector. Pero existe la instrucción en el PSOE de no exponerse en medios que no comulguen con el ideario de socialismo fetén. Así que escribo estas líneas como quien arroja una botella al mar.

Respetado ministro:

Reconozco que acogí su llegada al Gobierno con optimismo sincero, pues la entrada de un auditor fiscal en el Ejecutivo más voluminoso de los últimos 40 años podía interpretarse como un mensaje de contención y disciplina en el gasto.

Pertenezco a una generación que asocia al PSOE con el desastre económico. Al contrario que muchos de mis mayores, que me han hablado de un PSOE reformista y con ideas, el socialismo que yo conocí es el de Zapatero, que con brotes verdes quiso arreglar en 2010 la crisis que negaba en 2009 pese a comenzar en 2007.

Tengo entendido que usted renunció a unos 50.000 euros anuales para ser ministro y que en la AIReF defendía posiciones cercanas a las mías. Sin embargo, hoy quiere que lo recuerden como el padre del Ingreso Mínimo Vital. Yo personalmente creo que una renta básica es la rendición oficial del Estado, el reconocimiento explícito de que es incapaz de poner a trabajar (y cotizar) a todos sus habitantes, pero allá cada uno con sus ideas. También es verdad que la medida salió adelante sin ningún voto en contra en el Congreso, así que supongo que estoy completamente solo en este planteamiento.

Sin más, me gustaría que me dijera si voy a cobrar una pensión en los términos y condiciones que lo hicieron mis abuelos: tanto curras, tanto cobras. Díganos la verdad, señor Escrivá, porque los números no mienten pero los ministros sí. Y necesito organizarme.

Díganos si a mi generación le conviene ahorrar, invertir, abrirse un plan privado o renunciar al avión en vacaciones y veranear en Gandía. No se me caen los anillos, señor ministro, he sido extraordinariamente feliz allí. España tiene además mejores playas que Grecia, y de esa burra no me bajo.

Le pido por tanto sinceridad, que nos hablen como a adultos y no como hace Yolanda Díaz con sus electores, a los que se dirige como si aún jugaran con plastilina. Si en 2030 van a tocar a rebato, avísenos antes, no le veamos saliendo por patas mientras todo se hunde. Sean honestos, que ya lo dijo Rubalcaba en 2004 mientras se pasaba por el arco la jornada de reflexión: «Los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta, que les diga la verdad».

Atentamente, Jorge.

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