Fanatismo lingüístico
¿Cómo es posible este ataque al bilingüismo, al pluralismo y a la libertad en una democracia avanzada? Es la pregunta, una vez más
Imaginen ustedes que un gobierno autonómico cualquiera aprueba un proyecto de ley de igualdad de sexos plagado de palabras como diversidad, pluralidad, inclusión, valores o igualdad. Imaginen ustedes también que se leen las 79 páginas del proyecto de ley y descubren que la palabra hombre aparece decenas de veces y la palabra mujer aparece una sola vez, en la página 23. Imaginen que el texto proclama que hay dos sexos, pero que su objetivo es fomentar la protección del sexo «propio» de la comunidad autónoma, del hombre, para lo que creará hasta un instituto que vigile el cumplimiento del fomento y protección del sexo propio.
Pues exactamente en eso consiste el Proyecto de Ley de Educación que acaba de aprobar el Gobierno vasco del PNV y del PSE, 79 páginas que comienzan reconociendo la existencia de dos lenguas oficiales, pero que fundamentan todo un plan para arrinconar a una de ellas, al español, con la mentira de que la lengua «propia» de esa comunidad es el euskera. Por lo que, sí, hay dos lenguas oficiales, reconocen nacionalistas y socialistas, pero en la práctica todo el sistema educativo se organiza alrededor de una de ellas, porque, dice el texto, «con esta ley se dará un salto cualitativo y cuantitativo en la presencia del euskera». Es decir, se eliminarán los modelos lingüísticos que hasta ahora aún diferenciaban al País Vasco y Cataluña y permitían un mínimo respeto al bilingüismo en el País Vasco.
El eje fanático de este ataque al bilingüismo es esa colosal mentira de que el euskera es la lengua propia del País Vasco, esa grosera falsificación histórica según la cual el castellano sería una imposición de los invasores españoles. En una época de supuesta conciencia social sobre las fake news, es increíble que sean las propias instituciones, en este caso el Gobierno Vasco, quienes difundan esta mentira. Y que utilicen la mentira para limitar la libertad de elección de los padres en la enseñanza de sus hijos y para atacar el pluralismo lingüístico y cultural de una sociedad.
Tan lengua propia del País Vasco como el euskera, o más si nos atenemos a los números, es el español, que es el idioma utilizado en la calle por casi el 90 por ciento de los vascos, como constató un estudio en 2021, y como constata cualquiera que se pasee por las calles vascas. Tan llamativo como lo anterior es que el uso del euskera está estancado desde hace 30 años, y en aquellos lugares donde era lengua «propia» cuando yo era niña, es decir, en el campo, donde sí practicábamos bilingüismo de verdad, con la combinación natural del euskera y el español en las casas. Lo que prueba la inutilidad del fanatismo para aumentar el uso del euskera.
¿Y cómo es posible este ataque al bilingüismo, al pluralismo y a la libertad en una democracia avanzada? Es la pregunta, una vez más. Y en la respuesta, también una vez más, está el lamentable papel del Partido Socialista, que ha aprobado este plan contra el castellano en la escuela. Y que ahora busca excusas, tras el escándalo provocado, como si no fuera con ellos, cuando hace un año ya que aprobaron el plan para este proyecto de ley y cuando los tres consejeros socialistas lo respaldaron el pasado martes. Y es que, como en Cataluña, los planes identitarios del nacionalismo avanzan y se imponen con el apoyo o la vista gorda del socialismo.