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GaleanaEdurne Uriarte

No al frac, sí a los Louboutin

Al elitista Petro le votan en Colombia en nombre de los explotados y marginados, como en España a Yolanda Díaz, sin que importen su cesarismo y sus modos de estrella de cine

Actualizada 01:30

He recibido muchas descalificaciones a lo largo de mi vida por mis artículos y manifestaciones varias, pero he aquí que batí mi récord cuando escribí sobre un bolso Gucci en una revista de moda. Toda la izquierda caviar femenina se me echó encima por exhibir una posesión intolerablemente elitista, incluida alguna famosa presentadora de las que cobra una millonada en su programa de radio mientras sermonea sobre la malvada derecha. Y es que la izquierda caviar es así, declara con total tranquilidad que «el frac es un símbolo que tiene que ver con las élites y con la antidemocracia», como ha dicho Gustavo Petro, mientras que su esposa, Verónica Alcocer, se calza unos Louboutin de 800 euros. Sin despeinarse, sin asomo de vergüenza por la sangrante contradicción. Ni por los Louboutin ni por el resto del carísimo vestuario, que ciertamente no ha salido de Zara, ni de los mercadillos de Colombia.

Tampoco pasa ninguna vergüenza la orgullosa comunista Yolanda Díaz, que arenga contra las élites, el capitalismo y los explotadores vestida habitualmente para un desfile de modelos o para una première de cine. Así se presentó el miércoles en el Congreso para recibir a Gustavo Petro, con un ajustadísimo y llamativo vestido rojo, que tampoco era de Zara ni de mercadillo, pero que al parecer gusta tanto a sus simpatizantes como disgusta mi Gucci. Comunista y de rojo, pero vestida con lo mejor del capitalismo. Y esto no es nuevo, tampoco les disgustaban las dachas de los dictadores soviéticos y el resto de sus vidas privilegiadas mientras clamaban contra el capitalismo y las élites. Entonces y ahora, lanzan vivas al comunismo subidos a los Louboutin o a los Rolls-Royce, como los Petro en España, sin inmutarse. La izquierda ha vivido y sigue viviendo inmune y ajena a sus brutales contradicciones.

Y esto demuestra que la izquierda sigue dominando las palabras, pero también los símbolos. Que legitimaran el comunismo en el siglo XX ya fue impresionante, pero que lo sigan blanqueando en el XXI, es extraordinario. Yolanda Díaz dijo hace no mucho que «el comunismo es igual a democracia e igualdad» y ahí sigue, de gran promesa de la izquierda española, sin que a nadie parezca preocuparle. Y como los Petro y demás élites de la izquierda caviar, compitiendo en símbolos capitalistas con las élites más pijas del planeta. Y, además, dictando a los políticos e intelectuales de la derecha cómo tienen que vestir o vivir. Porque ellos mandan en las palabras y en los símbolos.

Lo que más me sorprende de esta contradicción es la mansedumbre con la que es aceptada por sus seguidores y votantes. Al elitista Petro le votan en Colombia en nombre de los explotados y marginados, como en España a Yolanda Díaz, sin que importen su cesarismo y sus modos de estrella de cine. Cierto que muchos dejaron de apoyar a Pablo Iglesias y a Irene Montero por su llamativo cambio de estilo de vida, pero los han sustituido por Yolanda Díaz, más amante si cabe de los símbolos capitalistas de poder. Cien años después de los dictadores de las dachas, aplauden con el mismo entusiasmo el desfile de vestidos rojos, Louboutins y Rolls-Royce.

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