¿Existe la ETA?
Una realidad no deja de existir porque se cambie su nombre y Bildu es la continuación de la ETA con otros medios. No es la heredera, es la misma cosa
El motivo de la pregunta procede de la pretensión de algunos dirigentes políticos de la izquierda y de ministros del Gobierno de que la ETA ya no existe porque fue derrotada por la democracia.
Durante las últimas décadas han existido en la política española dos proyectos enemigos e irreconciliables: la Transición y la ETA. Esta última ha exhibido una coherencia criminal al servicio de unos objetivos irrenunciables: la revolución radical, el comunismo y la independencia del País Vasco. A esta coherencia criminal hay que añadir la sinceridad: nunca ha ocultado su meta. Ahora, abandonado el terror, comienza a resentirse la verdad.
Una realidad no deja de existir porque se cambie su nombre. Bildu es la continuación de la ETA con otros medios. No es la heredera; es la misma cosa. El abandono del terror y del crimen es, por supuesto, positivo. Pero eso no significa que haya sido derrotada, ya que es posible que se encuentre hoy más cerca de cumplir sus objetivos y que, al menos de momento, no le sea «necesaria» la práctica del crimen organizado. El proceso continúa. Y resulta amargo y triste esta renovación del «·síndrome de Estocolmo» que lleva a algunos a expresar su gratitud porque se abstengan del tiro en la nuca, la bomba y el zulo. Sólo falta dar las gracias y aplaudir.
La inclusión de asesinos en las listas de Bildu no puede sorprender. Es lo más natural. Su reacción a la alarma cundida en el Gobierno no debe engañarnos. Ni siquiera los ha retirado de sus listas. Se ha limitado a anunciar que, si fueran elegidos, no tomarían posesión de sus cargos. Pretender que esto ya sucedió en otras elecciones cuando gobernaba el PP es una verdad tan a medias que es realmente una mentira. El Gobierno de Aznar ilegalizó a Batasuna y el PP nunca gobernó con el apoyo de la ETA. El Gobierno de Sánchez llegó al poder gracias a la ETA, gobierna con su apoyo parlamentario y ha aprobado varias leyes con ella. Si Pedro Sánchez continúa en el poder es gracias a Bildu, es decir, gracias a la ETA. Y, mientras tanto, el enemigo es la derecha que debe quedar excluida de la vida política. No la ETA, la derecha.
No existe un caso igual en ninguna democracia occidental. Produce estupor la inadmisible tolerancia de la Unión Europea con esta anomalía española. En ninguna otra nación existe un Gobierno de Frente Popular, apoyado por separatistas y terroristas y cimentado en la mentira sistemática. Se trata de una situación terrible para España. Las próximas elecciones autonómicas y municipales constituyen la penúltima oportunidad que podría obligar a la rectificación del Gobierno, no por convicción, sino por su propio interés de supervivencia. En caso contrario, sólo quedarían las elecciones generales como última oportunidad. Si la mayoría de los españoles concede su apoyo a esta política infame, querrá decir que nuestra Nación se ha instalado definitivamente en el envilecimiento. Porque aceptar lo anómalo como normal, lo malo como bueno, lo injusto como justo no es otra cosa que envilecerse. El envilecimiento siempre es aliado de la mentira, de no querer aceptar la realidad, la verdad.
¿Existe la ETA? La respuesta es necesariamente afirmativa. La organización y los fines son los mismos. Han cambiado los medios. Y esto es, sin duda, relevante, pero no hay arrepentimiento ni respeto a las víctimas. Sólo un cambio de estrategia. En una democracia auténtica, los partidos totalitarios, terroristas y separatistas no deben ser legales. Aquí no sólo lo son, sino que, además, y en contra de lo que declaró Pedro Sánchez, gobiernan en coalición o dan su apoyo parlamentario al Gobierno. La ETA existe y es el caballo de Troya de nuestra democracia.