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Unas líneasEduardo de Rivas

Un hemiciclo vacío

Solo 19 de los 720 diputados estaban presentes en la sala. Había más gente en la tribuna haciendo el tour turístico que en los escaños

Actualizada 01:30

Esta semana, el protagonismo en Europa recaía sobre el Parlamento Europeo porque Von der Leyen acudía a Estrasburgo para pronunciar su discurso en el debate sobre el estado de la Unión. Esto pasa una vez al año y se considera un acto importantísimo dentro de las instituciones, tanto que se detiene la actividad para verlo. En un alarde de originalidad lo llaman SOTEU, que no es otra cosa que las siglas en inglés, pero como suena más cool, hablemos del SOTEU. Luego nos preguntamos por qué el español no tiene importancia como lengua mientras nos preocupamos por implantar el catalán en Europa.

Un día antes que Von der Leyen, pasaba Borrell por Estrasburgo para rendir cuentas ante la Eurocámara y para un inesperado debate sobre Allende. En vez de seguirlo desde la sala de prensa tranquilamente, se me ocurrió que podía subir a la tribuna del hemiciclo para verlo desde allí. Así que, tras un laberíntico recorrido entre ascensores, escaleras, rampas y puertas equivocadas, llegué a mi butaca en la última fila del gallinero.

Cuando me senté, ya estaba hablando el alto representante de la Política Exterior de la Unión Europea y lo hacía únicamente ante 19 eurodiputados. Solo 19 presentes en la sala en ese momento de los 720 que forman el hemiciclo esta legislatura. Había más gente en la tribuna haciendo el tour turístico que en los escaños.

Hemiciclo Parlamento Europeo Estrasburgo

El hemiciclo, casi vacío durante uno de los debates del díaEl Debate

No soy yo de los que piensan que los políticos no trabajen y puede que sean más productivos en sus despachos que en el escaño, pero la Eurocámara debería guardar un nivel mínimo de decoro, más que nada porque los diputados son los representantes de los ciudadanos y, si no están presentes, tampoco lo está la ciudadanía. Los fotógrafos pueden estar aleccionados para que no se perciba que no hay un alma en las sesiones y, si no fuera por alguna toma general ocasional, no sabríamos la verdad, pero se debería exigir una presencia mínima en la sala. Aunque sea para escuchar a Borrell.

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