El hombre-sol
Copérnico Sánchez ha decidido rodearse de tontos porque el sol gira alrededor de su persona. Pero también yerra el que se rodea de personas inútiles
Sánchez es coperniquiano. La tierra no gira en torno al sol. Es el sol el que gira a su alrededor. Se trata de un Copérnico hortera, y lo seguirá siendo hasta que el sol, harto de hacerle el juego, termine por derretirlo. Los dictadores son así. Aguantan hasta que el sol se harta. Sucede que el hartazgo del sol se retrasa en exceso, y cuando actúa, el desastre ya se ha culminado. El dictador se rodea de sumisos y paniaguados, de pesebristas y pelotas. Él propone y dispone, y encuentra el aplauso. «Que la sala esté abarrotada de gente, y que sea gente de aplauso, agradadora». Rodearse de inteligencias superiores y leales sólo está al alcance de los dirigentes excepcionales. Y no me refiero exclusivamente a los dirigentes políticos.
A don Santiago Bernabéu le preguntaron un día por su alineación favorita del Real Madrid, mezclando tiempos y épocas. Y se lo pensó. «Zamora, Antonio Calderón, Santamaría, Agustín Domínguez. En la media, Muñoz-Lusarreta y Saporta. Y en la delantera, Amancio, René Petit, Di Stéfano, Puskas y Gento». Siete futbolistas y cuatro directivos. «Sin ellos, los directivos, los que me decían que estaba equivocado cuando me equivocaba, nos hubiera ido mucho peor».
Alfonso Escámez trabajó de niño de botones en la sucursal del Banco Central de Águilas, Murcia. De botones a cajero, de cajero a apoderado y de apoderado a director. Aprendió idiomas, muy mal pronunciados, pero útiles. Era ya director general del banco cuando requirió la presencia de Ignacio Villalonga Jáudenes, hijo del presidente, Ignacio Villalonga Villalba. Le pidió asesoramiento estético: «Mira, Nacho, me tienes que recomendar a tu sastre, a elegir las telas, a saber combinar las corbatas, los calcetines y los zapatos. Es decir, a vestirme como un señor de Madrid de toda la vida». «De momento, Alfonso, tienes que tirar a la basura esos zapatos de rejilla que llevas puestos y a comprarte unos pares de calcetines largos, de los que cubren las piernas hasta las rodillas». Y correctamente vestido, llegaba al Banco a las siete de la mañana y se marchaba a las 10 de la noche. Y nombró a sus subdirectores generales.
Tejero –asesinado por la ETA–, Parejo y Navalpotro, un tipo brillante y extraño que aprendió en diferentes academias hablar siete idiomas. «Sin ellos, me perdería». Era un gran aficionado a la ópera y la literatura, y ya como presidente del Banco Central, siguió rodeándose de quienes cubrían sus carencias. Y pasaba en los veranos, de asistir al festival mozartiano de Salzburgo a jugar al mus en Águilas con sus paisanos Miguel Ors, Paco Rabal y otro amigo de la infancia. Era tan inteligente que supo rodearse de cuantos le ayudaron a serlo más. De botones en Águilas a presidente del Banco Central y de Cepsa.
Copérnico Sánchez ha decidido rodearse de tontos porque el sol gira alrededor de su persona. Pero también yerra el que se rodea de personas inútiles. El que no conoce a la gente. Decía Pío Cabanillas de Fraga: «Le cabe el Estado en la cabeza, pero ni una letra más». Designó a Jorge Verstrynge como secretario general de Alianza Popular, y quiso que su sucesora fuera Isabel Tocino.
Lamento mucho escribir que nadie se ha rodeado peor que Alberto Núñez Feijóo. Ni Casado ni Rajoy le superan en este aspecto, y manda narices. Hay muchas personas, valiosísimas, en el Partido Popular. Pero Feijóo tiene como cercanos colaboradores a lo menos valioso que se puede elegir en el PP. Cuca Gamarra, Semper el del vascuence, Bendodo, González Pons, Maroto, la Guardiola, y demás desheredados de la inteligencia, que no de la energía, lo que les convierte en mucho más peligrosos. Con ellos, el hortera sin escrúpulos conseguirá que el sol siga girando en torno a su «yo, mi persona», y será España y no su «yo, mi persona», la que terminará calcinada.
A un buen gallego hay que exigirle que, al menos, sepa rodearse.