Ojo: Sánchez amnistiará también a Putin
El apoyo ruso al golpe de 2017 está probado y con la amnistía el Gobierno estará también validando la actuación rusa (para disgusto de Washington)
El prófugo Puigdemont, de cuyo apoyo depende que Sánchez pueda seguir siendo presidente del Gobierno pese a haber perdido las elecciones, ha puesto como precio una amnistía que perdone a todos los implicados en el golpe separatista de 2017 en Cataluña. Es evidente que el PSOE y el equipo de Puigdemont trabajan ya en la manera de llevarlo a cabo. A pesar de que el presidente del Gobierno y su equipo, faltando al respeto a los ciudadanos españoles, se niegan a reconocerlo llamándolo por su nombre. Aún así, las insinuaciones de Sánchez y sus ministros son harto evidentes, amén de la campaña que han iniciado a favor de la amnistía algunos medios que son correas de transmisión del Gobierno.
La situación es bien sencilla: o Sánchez concede una amnistía inconstitucional, sirviéndose para ello de que cuenta con su aliado Pumpido en el TC, o simplemente no gobierna. Así que intentará a toda costa aprobarla.
Si la amnistía que planea Sánchez al dictado de Puigdemont sale adelante supondrá desairar a las principales instituciones del Estado. Esa estrafalaria medida de gracia supondría desairar al Rey, pues en el discurso más importante hasta ahora de su reinado denunció con gran contundencia los hechos delictivos que ahora Sánchez quiere perdonar y llamó a frenarlos. Supondría desautorizar al Supremo, que condenó a los cabecillas de aquel golpe sedicioso contra la unidad de España. Supondría desautorizar al Tribunal Constitucional, que contribuyó a frenar aquella escalada con sus decisiones; al Parlamento, que aprobó para ello el 155; al Gobierno de España de entonces; a las fuerzas de seguridad que intentaron frenar el referéndum ilegal y al propio Sánchez, pues apoyó unas medidas contra el golpe a la legalidad que ahora declarará erróneas con la amnistía.
Por último, se liquidará la igualdad de los españoles ante la ley, pues los políticos separatistas catalanes recibirán un trato especial y diferente al del común de los ciudadanos, sin más razón para ello que la arbitrariedad de Sánchez, que ahora necesita sus escaños y que tres días antes de las elecciones generales rechazaba la amnistía.
Pero existe un factor más que hasta ahora no ha sido observado: Sánchez va a amnistiar también a Putin, al que ha venido condenando de la manera más enérgica, pues está probada la interferencia rusa en Cataluña para favorecer el desafío separatista.
El 13 de septiembre de 2021, The New York Times, periódico de filiación «progresista», publicó en una crónica de Michael Schwirtz, coganador de un Pulitzer, en la que se daba cuenta de la injerencia rusa a favor del pulso separatista catalán. Entre otros detalles, se contaba que en otoño de 2017, el periodo en que se fraguó el golpe, visitaron Cataluña efectivos de la Unidad 29155 rusa, cuerpo de élite especializado en acciones de inteligencia en levantamientos y en represalias a disidentes. También se daba cuenta en la información de que un allegado de Puigdemont viajó durante cuatro años a Moscú para tejer alianzas, o de que hubo ayuda rusa en la creación del llamado Tsunami Democrático.
Otro medio de izquierdas, esta vez local, El País, también ha dado cuenta de la ayuda de Putin al llamado procés, con titulares como «4.800 bots rusos jalearon el procés en 2017», o «la trama rusa empleó redes chavistas para agravar la crisis catalana».
El pasado 12 de junio, el jefe de la diplomacia de la UE, José Borrell, exministro de Sánchez, afirmó rotundamente que existen «claros indicios» de la injerencia rusa en Cataluña. En ese mismo mes, la Eurocámara dio por bueno un informe de los populares europeos y ordenó indagar hasta el final lo sucedido en esta materia.
Hoy se da por probado que hubo hackers rusos trabajando a favor del procés y que enviados de Putin ofrecieron hasta el envió de soldados y ayuda económica si finalmente la nueva República Catalana salía adelante. Todo ello entraba dentro de un plan general del autócrata ruso para alentar conflictos en los grandes países occidentales, estrategia en la que también se incluyó su intromisión en las elecciones de EE. UU. o en la campaña del Brexit.
¿Va Sánchez a amnistiar a Putin? ¿Va a lavarle la cara a Rusia en su intento de desestabilizar España, un importante país de la OTAN donde EE. UU. tiene una estratégica presencia militar? No son preguntas menores. El asunto imaginamos que acabará suscitando la atención de Julissa Reynoso, embajadora de Estados Unidos en Madrid y muy próxima al matrimonio Biden.
Tal vez Sánchez no ha medido el alcance internacional de su última aventura política a todo o nada para conservar el poder sin ganar las elecciones.