Cómo ganar un premio nacional hoy en España
Si no eres de la logia «progresista» (a ser posible de cromosoma XX), o escribes en una lengua regional, date por perdido
Este lunes se fallaba el Premio Nacional de Literatura que concede el Ministerio de Cultura, pensionado con 30.000 euracos. Bromeando, le vaticiné por la mañana a un amigo escritor: «Será para una mujer. Feminista y a ser posible de izquierdas, por supuesto».
En efecto, la ganadora ha sido una mujer, al igual que el año pasado. Se llama Pilar Adón, madrileña de 52 años, a la que ensalzan los especialistas como una buena escritora («una voz singular» con una «sublime capacidad de imaginar», según explica el jurado viniéndose arriba). La novela que ha sido premiada cuenta una historia de mujeres que viven aisladas en la naturaleza. Por tanto, todo perfectamente correcto para los tiempos que corren.
Aunque me gusta leer, confieso abochornado que no había oído hablar en toda mi vida de Pilar Adón. Pero podría tratarse de un problema de burramia cultural mío y que en realidad se trate de una escritora conocida. Así que procedí efectuar un pequeño test. Pregunté a una docena de compañeros del periódico si sabían quién era Pilar Adón, merecedora del Premio Nacional de Literatura. Nadie tenía ni flores. Pero bueno, concedamos que en principio está bien premiada.
Sigamos repasando los galardones de Iceta de este año:.
Días atrás se concedió el Premio Nacional de Literatura Dramática. Ganó una mujer gallega del mundo del teatro, Paula Carballeira. El jurado destaca de ella «la recuperación de una mujer referente para la enseñanza gallega [María Barbeito], símbolo de la educación moderna, igualitaria y transformadora que proponía la II República». Una vez más mi acusada incultura hace que jamás haya oído hablar de Paula Carballeira. Pero seguro que es muy buena, muy feminista y muy comprometida y, por lo tanto, está bien premiada. Además es fan de la desastrosa II República. ¿Qué más cabe pedir?
Vamos ahora al Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura. ¡Albricias! Otra mujer gallega, Yolanda Castaño, de la que se destaca «su poesía metafórica que dialoga con la memoria personal y colectiva, a la vez directa, radical y feminista». Ole. Otra más del correcto club.
Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. ¡Oh sorpresa! ¡Se lo han dado a un gachó! ¿Cómo puede ser eso? Tranquilos, hay truco, todo queda igualmente dentro de la obligada corrección política sanchista. El premiado es un guipuzcoano llamado Patxi Zubizarreta y la obra premiada, Zerria, está escrita en vasco (idioma en el que no hablan a diario ni el 4 % de los bilbaínos). Habrá tortas en las librerías de Albacete, Murcia, Lugo y Almería para leer esta maravilla en perfecto euskera batua.
En resumen: los premios culturales que concede el Gobierno están hoy politizados como nunca y consagrados a adorar el único credo ya admisible. El mejor escritor español de los últimos doscientos años, don Ramón Valle-Inclán, carlista, barbudo y tabernario de francachelas y grescas masculinas, no habría rascado pelota en los premios culturales de Iceta. Cervantes también lo tendría chungo, con su oprobioso pasado belicista de soldado mutilado por jugarse el físico por su Rey y su país. Y qué decir de carcas tan notorios como Lope, Góngora, Quevedo, Calderón... literatos totalmente ajenos al cambio climático y las vilezas del heteropatriarcado.
¿Es todo esto anecdótico? Para nada, el imperio de la izquierda en la cultura forma parte sustancial de su éxito político y social, mientras la derecha dormita en la inopia. El viejo Mariano ni siquiera consideró interesante que su Gobierno contase con un Ministerio de Cultura y nombró secretario de Estado del ramo a quien resultó un perfecto «progresista». De aquellas abulias en la batalla ideológica vienen muchos de los quebraderos de cabeza que hoy padecemos. La izquierda, en cambio, no perdona una.