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Pecados capitalesMayte Alcaraz

Nadia, que tanta paz lleves como intranquilidad dejas

Como sustituta de Pedro en el Consejo de Ministros, se ha mimetizado con él. Como Sánchez, ha mentido, ha disimulado, ha matado la inteligencia de los españoles

Actualizada 01:30

Quizá la gallega Nadia María Calviño Santamaría haya sido el miembro del Gobierno con mejor formación técnica. Seguro que es así. Pero sus silencios han sido mucho más sonoros que sus conocimientos académicos. Callar, e incluso jalear, tantos dislates políticos e institucionales como los que ha firmado su jefe la convierten en cómplice de este golpe contra la Constitución que hoy padecemos. Tendremos que convenir que ha compartido todo: medios y fin, porque la necesidad hay que convertirla en virtud. Incluso lo ha hecho con vehemencia de groopie sanchista, insultando a la oposición y respaldando que se intervenga el poder judicial por parte del ejecutivo. Ella hizo una oposición a técnico del Estado que seguro no contenía en su temario tamaña finta autocrática. La hemos escuchado hablar de que ha formado parte de un Gobierno patriótico, puro sarcasmo de quien incluso hoy mismo se sienta –ya por poco tiempo– con populistas defensores del peor intervencionismo y debe el poco oxígeno que tiene a Puigdemont, Junqueras y Otegi, cumbres del patriotismo.

Cinco años después de que saludáramos su llegada al Ejecutivo de Pedro Sánchez, proveniente de un cargazo en Bruselas que le procuró Mariano Rajoy a pesar de que no era de su cuerda (igualito que Pedro), como la cuota moderada que exigía la ortodoxia europea, hoy que se marcha al Banco Europeo de Inversiones ya tenemos claro que aceptó ser la segunda de un personaje así a cambio de defender ante la Unión Europea sus políticas invasoras del mercado libre para terminar siendo recompensada con esta bicoca, que cuadruplica su actual sueldo. Y que de paso le permite a Pedro cambiar el apoyo francés a Nadia por el suyo a la candidatura de París como sede de la agencia contra el blanqueo de capitales, en detrimento de Madrid y para fastidiar a Ayuso.

Si su nombramiento dio tranquilidad a Bruselas, supongo que les habrá intranquilizado saber que durante este tiempo no ha querido responder en España sobre la contratación irregular de su marido en Patrimonio Nacional y que, lejos de dar explicaciones, se ha dedicado a desprestigiar a la prensa que ha cumplido con su labor de informar sobre un caso de libro de abuso de poder. En lugar de rendir cuentas haciendo público el contrato de su esposo que, curiosamente, obtuvo las máximas calificaciones en cada mérito, atacó al mensajero, demostrando así que todos compramos material averiado cuando aplaudimos su designación. Su crédito gestor se ha ido por el desagüe, supeditando todo su patrimonio profesional al curso acelerado de sectarismo de Moncloa, porque el sanchismo es un triturador de prestigios. Todas sus guerras publicitarias contra Irene e Ione quedaron en nada, como ahora su postrer enfrentamiento con Yoli por el subsidio de paro. Fuego de artificio.

No sabemos, o sí, qué es lo que le paso a esta proba funcionaria de los técnicos comerciales del Estado para que nos haya vendido como milagro económico unas cifras espeluznantes de deuda y déficit, un deficiente reparto de los fondos europeos y un empobrecimiento de nuestro tejido productivo. Ha fallado más que una escopeta de feria, porque todas sus optimistas previsiones han sido tumbadas por el Banco de España, la Airef, sus antiguos compañeros de Bruselas y hasta el INE, antes de que se cargaran a su presidente independiente, para sustituirlo por un sucedáneo de Tezanos.

Insultó a Pablo Casado (estoy asqueada de ti y eres un desequilibrado, le dedicó en un acto del Rey), se enfrentó a las grandes empresas permitiendo un impuesto confiscatorio, se apuntó al ridículo feminista de Pam –que le duró solo una mañana– retirándose de una foto porque la única mujer que aparecía era ella, calló ante la canallada del bodrio del «solo sí es sí» e incluso tragó con que la ley de vivienda la gestionara Bildu, quizá porque los reconocía una buena maestría en pisos. Pisos-franco.

Como sustituta de Pedro en el Consejo de Ministros, se ha mimetizado con él. Como Sánchez, ha mentido, ha disimulado, ha matado la inteligencia de los españoles. En muchas ocasiones, fue Nadia Sánchez y no Calviño, cuyo padre ha devenido en una metáfora de la ética (y eso que inauguró desde RTVE el proceloso camino de la manipulación de la tele pública), comparado don José María con el patrón de de su hija. Hoy se va. Pues que tanta paz lleves, Nadia, como intranquilidad dejas.

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