Se están arreglando
Me pregunto para qué sirve una ministra de la Vivienda si no se construyen viviendas, porque lo de la Agenda Urbana me suena a mucha risa
En mi infancia sufrí mucho por culpa de las orejas. Por cada año que cumplía, mis orejas se despegaban aún más. Fui un niño sufriente. En el colegio me llamaban «Dumbo». En la clase de Ciencias Naturales, el profesor don Adolfo Martín preguntó a mi compañero Ramón –Monchi– Noriega, simpatiquísimo, ocurrente, atlético furibundo y posteriormente comandante de Aviaco –DC-9–, por las partes del oído. Y mencionó al martillo, al yunque, la trompa de Eustaquio y añadió: «Y en el caso de Ussía, el estadio Bernabéu». Pregunté a mi madre cuándo dejarían de despegarse mis apéndices auriculares, y me tranquilizó: «No te preocupes, se están arreglando». Y así hasta hoy, si bien, al adquirir mi rostro un aspecto más redondeado, lo de mis orejas ha pasado a constituir un inconveniente secundario.
Durante la campaña electoral, Sánchez prometió la construcción de 235.000 viviendas sociales. Pero cambió de opinión, y en un alarde de sinceridad y modestia, redujo el número de viviendas a 80.000. En un debate, Feijóo le preguntó por esas 80.000 viviendas protegidas, y la respuesta de Sánchez me recordó a mis orejas y las palabras de mi madre. «Se están arreglando». Claro, que no se puede arreglar lo que es la nada, y Sanchez, sin avergonzarse, respondió sin titubeos. «Se están construyendo».
Finalmente, ni las 235.000 viviendas prometidas, ni las 80.000 rebajadas. No se ha construido ninguna, y no existe vocación de iniciar las obras. Pero Sánchez no es un mentiroso compulsivo y enfermizo, sino un modificador de opiniones. Y cambia de opinión con la misma facilicidad y soltura que asciende y desciende por las escalerillas del Falcon.
Cinco años en el Gobierno, y cero viviendas construidas. La ministra de la Vivienda y Agenda Urbana no es otra que la inefable Isabel García, la que fuera ministra portavoz del Gobierno en la anterior gamberrada, que es sinónimo de legislatura. Me pregunto para qué sirve una ministra de la Vivienda si no se construyen viviendas, porque lo de la Agenda Urbana me suena a mucha risa. Sería feliz asistiendo a un Consejo de Ministros, y oír atentamente a la señora ministra García cuando le llegara el turno de intervención. «Tiene la palabra la señora ministra de Vivienda y de Agenda Urbana», diría Sánchez. Y a la ministra informando adecuadamente: «Paso la bola». A lo que Sánchez añadiría: «La señora ministra de la Vivienda y de Agenda Urbana, pasa la bola. Tiene pues, la palabra, la señora ministra de Juventud e Infancia, doña Sira Rego». «¡Está en la Mili!». «Se levanta la sesión».
Decía Joaquín Garrigues Walker, ministro del Gobierno de Adolfo Suárez, que si los españoles pudieran asistir, mediante retransmisión en directo, a un Consejo de Ministros, se montaría un barullo monumental en los aeropuertos. Y lo decía el miembro de un Gobierno en el que todos sus componentes tenían un alto nivel cultural y universitario. Con oquedades mentales como los de ahora, no despegarían los aviones del sobrepeso de los polizones a bordo. Bueno sí, en caso de emergencia, despegaría un avión. El Airbus del presidente del Gobierno con su familia, Conde Pumpido y amigos íntimos rumbo a la República Dominicana.
Cero viviendas y una ministra de Vivienda. Somos más que originales. O mansos. O borregos.