Rebelión en la granja (española)
El campo español se arruina, entre otras cosas gracias a las políticas que marcan los ecologistas que no han pisado más campo que el parque del Retiro mientras corretean. Y de aquello en lo que tienen responsabilidad política saben lo mismo que yo de astrofísica. O menos.
La gran obra de George Orwell sobre la tiranía se llamaba en su edición original Animal Farm y desnuda cómo tras una revolución se acaba cayendo en una dictadura peor que la que consiguieron finiquitar los que se sublevaron. En España todavía no hemos llegado a ese estado de sin sentido porque hoy en día no se ejecutan las revoluciones mediante levantamientos sangrientos, sino por el procedimiento de ir ocupando todas las instituciones. Y eso es algo que podemos ver a diario en España en este momento de nuestra historia.
En lo que sí tienen mucho en común «Rebelión en la granja» y lo que está ocurriendo en España es cómo la corrupción se extiende a cualquier nivel una vez se tiene el control del poder y más si se va perdonando desde el ejecutivo todo tipo de delitos juzgados, sentenciados o cuyos procedimientos simplemente han sido incoados.
Vivimos bajo una presión que poco a poco va a ir reventando las costuras de diversos sectores. Llevamos dos meses oyendo que hay un grave problema de sequía en Cataluña y sólo una vez que ha habido que empezar a hacer un estricto racionamiento de agua se han puesto en marcha medidas como llevarla desde la desaladora de Sagunto. Pero eso tardará varios meses en ser operativo. Igual hasta llueve antes de que llegue el primer barco. ¿Para esto valen los gobiernos autonómicos?
Y ayer hemos visto la nueva rebelión en las granjas de España. El campo se echó a las carreteras. El Gobierno, tan ausente de la realidad de este país, no parecía consciente de lo que se estaba gestando en la base de la sociedad. Porque a Sánchez le importa mucho gestionar alianzas parlamentarias con cualquiera, aunque quiera romper España. Pero no dedica un minuto a saber cuál es la base que comunica su electorado con los representantes parlamentarios. El martes por la tarde tomé una copa en casa con un amigo inglés, antiguo miembro de la Cámara de los Comunes por el Partido Conservador. Y me habló de la pérdida de contacto de su partido con la realidad del país. Cuando él era diputado, en la primera mitad de la década de 1970, el Partido Conservador tenía 1,2 millones de miembros que pagaban su cuota y estaban al tanto y vigilaban la vida diaria del partido parlamentario. Hoy sólo hay 76.000 miembros que paguen esa cuota. Estos mandan lo mismo que yo en un cruce de carreteras de Finlandia.
Quienes somos agricultores, aunque yo sólo lo sea a tiempo parcial -y pague a la seguridad social por ello como autónomo, además de la cuota que les pague El Debate como empleado que soy y lo que pago también yo como autónomo por colaborar en otras empresas de comunicación, tres contribuciones a la Seguridad Social- hemos visto un mísero incremento de nuestros ingresos como agricultores. En 1985 nos pagaban a 20 pesetas el kilo de trigo. Hoy nos pagan el mismo kilo a 25 céntimos de euro en 2023, que equivalen a 41,60 pesetas. ¿Creen ustedes que en los últimos treinta años el coste de la vida sólo se ha duplicado en España? El gasoil, la mano de obra, la maquinaria, el agua… Baste un ejemplo en la mente de todos. En los últimos cinco años, el salario básico interprofesional, una referencia ineludible en todos los sectores de la vida económica, ha subido un cincuenta por ciento. ¿Cómo paga eso un agricultor?
Tenemos una rebelión en las carreteras y yo manifiesto mi solidaridad con los que están bloqueados en ellas. A todos nos pueden pillar y nos enfureceríamos. Pero respaldo al campo español que se arruina, entre otras cosas gracias a las políticas que marcan los ecologistas que no han pisado más campo que el parque del Retiro mientras corretean. Y de aquello en lo que tienen responsabilidad política saben lo mismo que yo de astrofísica. O menos.