Corinna, Ussía y el periodismo

Como saben los lectores de El Debate, el pasado lunes se conoció la sentencia del Juzgado de lo Penal Nº 11 de Madrid en la que se absuelve a Alfonso Ussía y a El Debate, como responsable civil subsidiario, de la demanda de un presunto delito de injurias graves con publicidad. La acusación traía causa del artículo «La profesional» publicado por el columnista en este periódico el 21 de diciembre de 2021. Yo no lo hubiera redactado en los términos que lo hizo Alfonso, pero por eso él es el columnista más leído de España y yo no. Recuerdo muy bien la llegada del funcionario de los juzgados porque en la recién comenzada segunda etapa del diario, que todavía no había cumplido cuatro meses, me tocó recibir el emplume: era el primero que recibía el periódico en su segunda etapa histórica.

No soy la persona adecuada para glosar las conclusiones de la sala Penal según aparecen en la sentencia, pero sí quiero hacer alguna referencia a la posición en que deja esto a El Debate. A lo largo de los últimos años hemos visto a buena parte de la profesión acobardándose o alineándose con Corinna Larsen. Lo que ha faltado es quién le plante cara. Una gran casa editorial acabó retirando los libros que mejor describen la relación de Corinna con Don Juan Carlos. Y lo hicieron por miedo a ella. Muchos medios se han achantado ante el constante acoso de los abogados de Larsen, que en cuanto la mencionas te llaman acosándote. Hablar de su (presunto) fraude económico a Don Juan Carlos y de su (evidente) fraude sentimental al viejo Rey te garantiza una desagradable llamada de un despacho español y según el grado de ofensa que estimen, puedes llegar a recibir una llamada de una firma londinense.

Cuando se publicó el artículo de Ussía recibimos directamente la demanda, sin mediación telefónica. Ella contrató un excelente y carísimo abogado que se ha encontrado con que los tribunales, en segunda instancia, tampoco dan la razón a su cliente. Vaya por Dios.

Así que lo más probable es que volvamos a lo que ya conocemos y que está descrito con bastante detalle en el libro Villarejo. El poder de los secretos, de Carlos Enrique Bayo Falcón, prologado nada menos que por Pablo Iglesias y editado por Akal. En el libro se cuenta con bastante detalle cómo Corinna se sirvió de Villarejo, con quien se entrevistó, para que él fuera filtrando a periodistas informaciones con las que se podría interpretar, sin excesiva malicia, que se estaba haciendo un chantaje al Rey Juan Carlos y a la estructura del Estado, antaño llamado el Reino de España. Y lo hace por medio de los que Bayo Falcón llama «periodistas infiltrados» por Villarejo entre los que menciona –algunos reiteradamente– a Cerdán, Casals –que no es periodista– o Inda.

Yo me imagino que Corinna Larsen querrá recurrir la sentencia. En los últimos cuatro meses ha perdido dos demandas, una contra el Rey Juan Carlos y otra contra Alfonso Ussía y El Debate. No está acostumbrada a que se le plante cara ni en los medios ni en los tribunales. Pero en El Debate tenemos la costumbre de defender la Verdad y jamás aceptar chantajes. No todos pueden decir lo mismo.