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Begoña 2, Montañas Nevadas

Más casualidades: Marlaska encargó los uniformes de la Guardia Civil montañera al amiguete que le montó a la mujer del presidente su máster de la Complutense

Actualizada 08:53

Parte de los españoles permanecen todavía ajenos a la turbia situación de la mujer del presidente del Gobierno, María Begoña Gómez Fernández, de 49 años, que compadreaba con empresas que causalmente eran luego beneficiadas con contratos y rescates del Gobierno de su marido.

El caso Begoña no es todavía de conocimiento universal, porque en nuestras televisiones impera el cuasi monopolio de la izquierda (ayer, un día más, lo dieron todo con Rubiales y Ayuso para tapar las miserias del PSOE y el hecho de que ERC ya le exige el referéndum a Sánchez). Los españoles todavía dedican tres horas diarias a las viejas cadenas generalistas que reman para el sanchismo. Y ahí la polémica de la mujer del presidente no existe.

El deterioro de nuestra democracia hace que tampoco sea posible que los periodistas pregunten directamente a Sánchez por el caso. El presidente veta a los profesionales de medios discrepantes en la comitiva de sus giras internacionales, como la que ha llevado al mandatario híper feminista por los países árabes, los más machistas del orbe. Sánchez viaja rodeado de periodistas-botafumeiro, que no le crearán jamás problemas en las ruedas de prensa obligatorias en los foros internacionales. Por eso cuando ayer compareció en Catar no hubo una sola pregunta sobre el caso Begoña, a pesar de que solo unas horas antes el presidente había ordenado al PSOE que distribuyese un guasap en grupos de periodistas para salir en defensa de su mujer.

El ingenioso empresario Carlos Barrabés nació en 1970 en Benasque (Huesca), población que ha frecuentado el matrimonio Sánchez-Gómez para practicar el esquí. Barrabés montó recién cumplida la mayoría de edad una tienda de esquí en su pueblo y luego, en 1995, tuvo la idea visionaria entonces de vender online con barrabes.com. Esa iniciativa lo convirtió en un gurú digital y acabó fundando una consultoría y un grupito de empresas.

En 2019, llegado a la Moncloa el matrimonio Sánchez-Gómez, Barrabés y Begoña traban contacto en Madrid. Estando en su primer máster en la Complutense, Begoña firma en plena pandemia una carta en apoyo de la empresa de Barrabés para un contrato con el Ministerio de Economía. Al empresario le sale bien la jugada, pues se impone a otros 17 rivales y se lleva los 7,7 millones de una firma pública dependiente de Calviño.

Al tiempo, el entendimiento entre Barrabés y Gómez sigue floreciendo, pues es él quien prepara la temática y busca profesores para el siguiente máster de la mujer de Sánchez en la Complutense, la famosa «cátedra extraordinaria» que todavía ostenta y en la que da clases el citado empresario oscense.

En el guasap en defensa de su mujer que Sánchez ha ordenado a Ferraz que envíe a los periodistas se pretexta que el concurso fue limpio y que la carta de recomendación de Gómez ni siquiera llegó a la mesa de contratación. ¿No hay por tanto caso Bego? A continuación ofrecemos la respuesta que jamás encontrarán en las televisiones del régimen y los periódicos globales:

Claro que hay caso, pues desde que Begoña Gómez firmó la carta en apoyo a la empresa de Barrabés resulta que se dispararon sus contratos con ministerios y entidades gubernamentales. Si en la época del Gobierno de Rajoy el empresario oscense rascó del Ejecutivo cifras que no pasaban de los 200.000 euros anuales, tras cruzarse con Begoña en su camino ha pasado a facturar con el Gobierno un total de 15,6 millones. ¿Casualidad? Puede ser...

Pero tal vez lo que hoy cuenta El Debate en una información de Alejandro Emtrambasaguas ayude a disipar dudas. Si fuese una película, la podríamos titular Begoña 2, Montañas Nevadas. El resumen es el siguiente: ¿A quién le está encargando Marlaska los uniformes de la Guardia Civil de Montaña? Oh inmensa casualidad: al empresario Barrabés, el recomendado por carta por la mujer de Sánchez y el que le montó su «cátedra extraordinaria» en la Complutense.

Ante todo lo anterior caben dos conclusiones:

-Versión A (la de Ferraz): no hay caso alguno, o como diría un alborotado Bolaños, son acusaciones «miserables» que «traspasan todas las líneas rojas».

-Versión B: Parafraseando a Hamlet, «algo huele a podrido en la Moncloa».

Usted elige si quiere estar con la mansa grey pastoreada por las teles coloradas o si prefiere oxigenarse con las incómodas verdades de la prensa libre (por ahora, porque con unos años más de Sánchez...).

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