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Cosas que pasanAlfonso Ussía

De la Loren a Albares

Imágenes de nuestro aparentemente ridículo ministro de Asuntos Exteriores encabezando una procesión de subalternos. Aparentemente ridículo… pero ¡Qué apostura! ¡Qué manera de crecer centímetros por la solemnidad de sus movimientos!

Actualizada 01:30

Pasaba Santiago Amón por el Hotel Castellana Hilton, hoy Intercontinental, el nido de pasión de Ava Gardner con Mario Cabré y Luis Miguel Dominguín. Una pareja de policías controlaban a un centenar de curiosos. Cuando supo el motivo de la concentración, Amón se sumó a la fiesta. «Esta a punto de salir Sofía Loren». Y no era mentira. Cinco minutos mas tarde, aparcó un coche en la entradilla para taxis del gran hotel madrileño, y apareció Sofía. No se produjo ningún incidente histérico. Sofía Loren fue aplaudida y reverenciada. Un entusiasta , al verla a menos de dos metros de distancia, se sintió invadido de fuego patriótico y gritó ¡Viva España! Amón se precipitó a corregirlo. –Me parece bien que haga usted noble uso de nuestra amada patria. Pero le recuerdo que Sofía Loren es italiana–. El hombre no reculó. –Sofia Loren pertenece a todo el mundo, y yo grito ¡Viva España! Porque quiero y como quiero–. Amón no entró en discusiones, y se centró en la actriz.

«El más bello animal de sexo femenino que he visto en mi vida. Qué parsimonia al andar, que compostura, que empaque, que bien movía los brazos, y miraba altanera, pero rebajada a la compañía de los que la esperábamos, pobre gente gris. Ni El duque de Edimburgo se mueve así».

Recordé a mi viejo maestro ayer, cuando seguía las noticias en los informativos de una cadena corrupta de televisión. Imágenes de nuestro aparentemente ridículo ministro de Asuntos Exteriores encabezando una procesión de subalternos. Aparentemente ridículo… pero ¡Qué apostura! ¡Qué manera de crecer centímetros por la solemnidad de sus movimientos! Mirada retadora, pecho erguido, brazos rítmicos, piernas perfectamente ajustadas a la brevedad de sus piernas, distinción y donaire. Me sentí orgulloso de nuestro aparentemente insignificante ministro de Exteriores. En un momento de euforia y gratitud, Bertram-Berty-Wooster define la entrada en el salón de su mayordomo Jeeves: «Es la solemne procesión de un hombre sólo». Eso es Albares para mí. La solemne procesión de un hombre sólo, aunque se haga acompañar por sus diferentes asesores en materias de extrema gravedad. Se disponía a reñir al embajador de Argentina, advirtiéndole que de no disculparse el presidente Milei con Sánchez por haber insinuado que Begoña Gómez es una mujer corrupta, él, Albares, rompería relaciones diplomáticas con Argentina, que es como romper relaciones con tu madre, tu hermana y tu hija simultáneamente. Pero qué dignidad en los andares, y en la mirada, lo contrario que ese pobre Pons del PP que cada día es más lerdo –y como se dice en mi tierra adoptada, «cobarducu»–, o ese Garamendi gaseoso, o ese Puente cavernícola que sí insultó al presidente argentino atribuyéndole un constante consumo de drogas. Y ahora se arma este lío, con el PP situado del lado del PSOE, por algo tan sabido como comprobable.

Me quedo con la dignidad de Albares, que ha pasado de imitar a Napoleón a superar a Clemente Metternich. En su cuerpo chiquitín… ¡Cuánto orgullo!

Y ¡Viva Italia! En honor de Sofía Loren.

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