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08 de septiembre de 2024

TribunaInma Castilla de Cortázar

España en la UCI de la vergüenza

Calificaba antes de «patético» el comportamiento de Sánchez. Tan patético como torpe logrando expandir a la opinión pública internacional los presuntos delitos de su señora esposa, cuando su intención consistía en echar «bombas de humo»

Actualizada 01:30

Hace tan sólo unos días todos los medios y los corresponsales extranjeros recibieron el comunicado de la constitución de una «Plataforma por la España Constitucional», que surgía de los lazos tejidos entre los miembros del centenar de entidades cívicas aglutinadas en la concentraciones del 2023 y 2024, en Cibeles, en el que calificaban, como «subrepticio proceso deconstituyente», la grave situación por la que atraviesa España, por obra y gracia de esos dos insólitos presidentes socialistas que llegaron a la Moncloa ambos en curiosas circunstancias en 2004 y en 2018.

El comunicado resumía así la retahíla de innumerables fechorías en un proceso iniciado por Rodríguez Zapatero y culminado –que no consumado– hasta el patetismo por Sánchez Castejón: «La colonización de las instituciones y organismos públicos, la polarización de la sociedad, la exaltación mesiánica del jefe, la reducción de los adversarios a una amalgama homogénea y coordinada de intereses contrarios al pueblo, la perversión del Derecho, la utilización de los medios del Estado para pagar dádivas políticas o perseguir al discrepante, la corrupción, la desigualdad en la aplicación de la ley, el ataque al poder judicial y la deslegitimación del orden constitucional, el señalamiento y hostigamiento a los medios críticos, la apelación a la voluntad popular por encima de las normas, la infantilización del discurso, rebajándolo hasta niveles inconcebibles, todo ello es propio de procesos de deconstrucción democrática».

Sabiéndose representantes de un bravo y vibrante sentir cívico, que nos une aún más a nuestros países hermanos del otro lado del Atlántico, el comunicado alertaba del ingenuo peligro, calificándolo de soberbia, de pensar que no nos pasará lo mismo que a Venezuela, Argentina, Nicaragua, Colombia o … Cuba. Para terminar dejando constancia explícita de la determinación de defender «una España de ciudadanos libres e iguales en derechos, no atado por intereses partidistas ni limitado por diferencias ideológicas de segundo orden, sino comprometido con la defensa de una democracia plena (...) y de detener el proceso de parasitación del Estado, vaciamiento de la democracia y desmantelamiento de nuestra arquitectura constitucional al que nos abocan el actual Gobierno de España y sus socios».

Calificaba antes de «patético» el comportamiento de Sánchez. Tan patético como torpe logrando expandir a la opinión pública internacional los presuntos delitos de su señora esposa, cuando su intención consistía en echar «bombas de humo» para que sus medios «esclavizados», por sincronizados, se centraran, por ejemplo, en el rifirrafe con el presidente Milei. Por cierto, la diplomacia argentina tendrá un trabajo adicional con su presidente, pero no nos vendría mal en España un presidente con tan sólidos conocimientos de economía y tanto acierto para describir el fracaso antropológico, social y económico del comunismo que nos acosa a diestro y siniestro: desde el populista del Grupo de Puebla al comunismo trasnochado y tozudo de Putin.

Tampoco ha acertado el presidente Sánchez con otros intentos de orientar la opinión pública con la extemporánea propuesta de reconocer el Estado de Palestina, en este preciso momento, cuando la barbarie terrorista de Hamás ha alcanzado cotas insospechadas. Quizá, el actual presidente de nuestra sufrida España desconozca que la ONU hizo esta propuesta allá por 1947 y que todos los intentos posteriores han fracasado por la negativa de los países islamistas colindantes a reconocer simultáneamente el Estado de Israel.

Podríamos continuar con ejemplos del patético comportamiento de Sánchez que no es tan hábil como parecía y padece un asfixiante acorralamiento al comprobar lo cortoplacista que resulta la estrategia de la mentira. El acorralamiento es además insalvable por el desprestigio internacional ante la evidencia de que ha dejado a nuestra democracia en la UCI de la vergüenza.

No me resigno a terminar de este modo y para evitarlo recurriré a nuestro gran Antonio Machado que desaconsejaba las estrategias mendaces, poniendo en boca de «Juan de Mairena» tan acertados consejos como el que sigue: «Lo corriente en el hombre es la tendencia a creer verdadero cuanto le reporta alguna utilidad (…), es lo que tiene de común con otras alimañas, pero lo específicamente humano es creer en la muerte. (…) no engañen al hombre con sus propios deseos, porque ama la verdad hasta tal punto que acepta, anticipadamente, la más amarga de todas».

  • Inma Castilla de Cortázar Larrea es catedrática de Fisiología Médica y Metabolismo y vicepresidente del Foro Libertad y Alternativa (L&A). Fue presidente del Foro Ermua
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