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Desde la almenaAna Samboal

Tirando de chequera

Entre el FLA, la malversación, la financiación mal llamada singular y el dispendio de los separatistas, mantener el escaño del presidente nos va a costar una fortuna

Actualizada 01:30

Si hay algo que Pedro Sánchez no descuida es la macroeconomía. Empresario de relumbrón que pasa por Madrid, sea Bill Gates, sea el presidente de Blackstone, el primer vehículo inversor del mundo, tiene hueco de inmediato en la agenda de la Moncloa. Él quiere información de primera mano, no se va a dejar enredar entre los celos y dimes y diretes de ministros. Aprendió bien de la caída en picado de Zapatero, que quiso escuchar a Sebastián antes que a Solbes y tuvo que salir corriendo después de hacer una enmienda de totalidad a su discurso buenista y simplón congelando pensiones y bajando salarios públicos de una tacada. Las manifestaciones se las hicieron a Rajoy, pero fue el socialista el que por no querer ver lo que tenía delante de sus narices dejó nuestras finanzas en los huesos. Y hasta hoy venimos arrastrando el lastre y parcheando el presupuesto.

Él no saldrá huyendo como su mentor porque, aunque la economía no va como un cohete –nada más lejos de la realidad–, los grandes números cuadran. Seguirán haciéndolo a poco que la inflación se mantenga en niveles más o menos elevados, engordando las arcas de Hacienda y reduciendo el peso de la deuda sobre el Producto Interior Bruto. Más si cabe si los tipos de interés reales siguen bajando, hasta ser negativos. Bruselas y Frankfurt darán el visto bueno para que nuestro presidente pueda presumir a gusto, porque de lo que sí se preocupan es de que un país no ponga en peligro la estabilidad de la Unión o de su moneda.

España cumple con sus socios, no le van a sacar los colores. Cuestión distinta es que lo haga con sus ciudadanos. Lo ha dejado por escrito, en su silenciada despedida, Pablo Hernández de Cos. El gobernador saliente de nuestro Banco Central ha puesto, negro sobre blanco, dos cifras: en el inicio de la crisis financiera, la brecha de renta de los españoles con la media europea era de 1.300 euros. Ahora, va rozando los 6.000 y subiendo. A lo largo de la última década, nos hemos empobrecido a pasos agigantados. Y, a lo peor, por mucha paguita que vayan repartiendo aquí y allá Yolanda y María Jesús para disimular y amarrar votos, lo sabemos, porque lo comprobamos cada vez que vamos a hacer la compra.

No esperemos que la salvación llegue de fuera. Para la Comisión y el BCE, la micro es asunto que compete a cada gobierno, el que votan los ciudadanos de cada Estado. Mientras no haya dinero europeo de por medio, en tanto no arrastre a sus vecinos, cada país es libre de suicidarse como quiera. Y esto sirve igual si lo que está en almoneda son las finanzas particulares de las pymes y hogares o la condonación del rescate de la Generalitat. Sánchez lo sabe, por eso tira de chequera cada vez que tiene una necesidad en Cataluña. Entre el FLA, la malversación, la financiación mal llamada singular y el dispendio de los separatistas, mantener el escaño del presidente nos va a costar una fortuna. Pero ya lo compensará su segunda quitándolo de otra partida y subiendo un impuesto más. El déficit, que es lo que al presidente le importa porque es lo que puede moverle la silla, cuadrará.

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