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21 de septiembre de 2024

Al bate y sin guanteZoé Valdés

Las medallas oscuras

Otra de esas medallas oscurecidas por la bestialidad humana es la que sigue, del mismo modo que se declaran menores sin serlo, ahora se declaran mujeres también sin serlo. Para colmo hay que aguantarlo

Actualizada 01:30

El olimpismo sustenta las medallas clásicas obtenidas por los mejores atletas del mundo, por las que este evento es históricamente reconocido y aclamado: la medalla de oro, la de plata, y la de bronce. Ganar cualquiera de las tres, pero sobre todo la de oro, encumbra los esfuerzos de los deportistas en cada una de sus disciplinas. Aunque, no puedo callar… En estas olimpiadas en París han surgido nuevas medallas, las que yo me atrevería a denominar las medallas oscuras.

¿A cuáles medallas oscuras me refiero? ¿Son reales o imaginarias? Son reales porque existen en el contexto y en el nuevo orden de la agenda 2030, y son imaginarias porque todavía el Comité Olímpico Internacional (COI) no se ha atrevido a oficializarlas, pero poco faltará, digo yo, visto lo visto hasta ahora.

Una de esas medallas oscuras es la que descalifica al público que ha pagado sus entradas, de fascista o no, en cuanto a la atleta misma de raza mulata -te falta mucho para ser negra, baby- se le ocurra expresar que estos racistas fascistas (medio público de blancos) estarán muy fastidiados por la sencilla razón de que ella haya ganado una distinción olímpica. Ojos en blanco (no sé si se pueda todavía decir eso de ‘ojos virados en blanco’) y vomitera en la pechera. Que alguien, por favor, le explique a la señora de marras que hubo una época en la que, en las Olimpiadas, sólo existían deportistas incoloros, como también un público que pagaba por verlos en su dimensión, o sea, determinación, fuerza y grandeza, sin subrayar el color de su piel. Point barre!

Otra de esas medallas oscurecidas por la bestialidad humana es la que sigue, del mismo modo que se declaran menores sin serlo, ahora se declaran mujeres también sin serlo. Para colmo hay que aguantarlo. Yo no. No me da la gana de que sin que se haya comprobado antes que es una mujer o un macho en toda regla, se me quiera vender la guayaba de que un tipo que inclusive se ajusta el paquete de un lado en pleno ring, hombre en referencia a sus cromosomas, pueda acabar con el sueño de una boxeadora y de cualquier mujer deportista en su disciplina, solamente porque argumenta que nació con un defectico, o porque se siente hoy una cosa y mañana otra. No está apto para competir, de ninguna manera, y es lo que se debiera analizar sin dilaciones.

Por cierto, era algo que dejó claro el vicepresidente de la IBA (Federación Internacional de Boxeo) con anterioridad, había «transmitido que Imane Khelif fue denunciado por la IBA y no apeló, junto a otros cinco hombres que también fueron descalificados. La IBA avisó a la boxeadora húngara (Luca Hamori) para que no combatiera contra un hombre, pero a ella no lo importó, subió al ring y perdió», escribió Elena Berberana en su canal de You Tube. Días antes el ‘boxeabusador’ argelino derrotó en 49 segundos a la boxeadora italiana Angela Carini, que prefirió arrodillarse (literalmente), tras recibir el primer puñetazo del supuesto hermafrodita.

Por otro lado, mientras Cuba históricamente desde mucho antes de la Re-involución de 1959 había ganado medallas olímpicas a tutiplén; de hecho, sí, era el país que mayor cantidad de medallas de oro olímpico había obtenido, pues a estas alturas en la que escribo este texto no ha ganado ni una. Tal vez suceda porque los deportistas no están bien «papeados» (alimentados), porque los terrenos de entrenamiento en la isleta no sirven ni para sacar los perros a mear, o porque se han cansado de que a su regreso el régimen les recompense con una mano de plátanos, tres papas, una botella de refresco de paquetico, una botella de aceite de tiburón, y una perlana… Una tranca envuelta en lana. Me da pena con ellos, o no sé, tal vez debieran tenerse pena ellos a sí mismos.

Tampoco se ha hablado demasiado de los atletas venezolanos, ni siquiera sé si han ganado alguna medalla para el castrismo, porque al ganarlas para el chavismo sabido es que en realidad son las medallas del castrismo, dado que Venezuela sigue siendo la provincia otrora rica de Cagonia, ex Cuba.

Lo que sí conocemos es que ahora mismo lo que menos les importa a los venezolanos y al mundo son esas medallas oscuras. Lo que de verdad les importa es su libertad y por esa gran medalla, la única de verdad importante en el mundo que vivimos, es que están luchando en las calles. Mi respeto al valiente pueblo venezolano, a María Corina Machado, y a Edmundo González Urrutia, el presidente electo en las urnas, el presidente que los gobiernos de Europa debieran reconocer de inmediato sin tanta cartica de picha-dulce por el medio. El presidente que la libertad ha elegido porque los venezolanos lo decidieron.

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