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Post-itJorge Sanz Casillas

El día que calaron a Begoña Gómez

Fue en diciembre de 2015, y qué casualidad que la vimos comportándose como lo que es: una intrusa

Actualizada 01:30

Hay un vídeo un tanto apócrifo, pero no muy difícil de encontrar, que muestra a Iñigo Errejón respondiendo a un periodista después de un debate electoral celebrado en la sede del diario El País. Era diciembre de 2015, los tiempos de la «nueva política», seguro que se acuerdan, cuando Pedro Sánchez decía que con Podemos a ninguna parte, que le avergonzaban los indultos entre políticos y que menudo bochorno que sea el Gobierno el que elija a los jueces del Constitucional. Pues bien, en ese vídeo, con Errejón respondiendo a una especie de entrevista pospartido, aparece Begoña por su espalda y se mete en plano, haciéndose grabar y levantando el pulgar en señal de victoria. Fue una de las primeras imágenes conocidas de Begoña Gómez. Y qué casualidad que la vimos comportándose como lo que es: una intrusa.

Cuentan algunos de los periodistas que seguían aquellas campañas interminables que Begoña Gómez ya se despedía por entonces de las entrevistas de su marido diciendo «nos vemos en la Moncloa». Tan claro lo tenía que acabó pasando, moción de censura mediante. Y podemos añadir que tenía tantas ganas de llegar al poder como su marido, no tanto para gobernar como para disfrutar de los beneficios del cargo. Cabe recordar que en los dos primeros meses de mandato movilizaron el Falcon para ir a un concierto en Castellón, que colocaron a un amigo de la banda del Peugeot al frente de Correos (con los efectos conocidos, por cierto) y cerraron una planta de Radio Nacional para que Begoña grabase un podcast a mayor gloria personal.

El caso es que han pasado seis años y a Pedro le ha nacido un afán regenerador incontenible, nótese la ironía. Lleva seis años al frente de España, ha conocido incluso etapas de mayor estabilidad parlamentaria. Pero ha sido justo ahora, con su mujer imputada, cuando le preocupan la propiedad de los medios y la desinformación. No reparó en ella tras el ‘bulo del culo’, por el que reunieron de urgencia a la comisión contra los delitos de odio. Tampoco cuando un periódico de escasa difusión pero generosa presencia en tertulias dijo que el juez Peinado tenía dos DNI, como si fuera 007. A Sánchez le preocupa la prensa justo ahora, cuando está probado que su mujer citaba en la Moncloa a empresarios y rectores de universidad para pedirles pasta o, en su defecto, ayudarles a conseguirla.

Es evidente que a Sánchez no le preocupan tanto los bulos como la verdad. Y para ello está amasando una ley que despenaliza las injurias al Rey o las ofensas religiosas, por lo que no es descartable que, de aquí a unos años, solo sea sancionable hablar mal de su mujer. Así que aprovechemos los días que nos quedan para escribir sobre ella, no vaya a ser que acabemos en la trena... y sin nadie que nos indulte.

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