Lord Jim
A veces en la vida surgen desafíos inesperados donde aflora con toda claridad lo que una persona lleva dentro
El primer aviso ya lo había dado el 8 de julio de 2021, con su reacción ante la pasada de dos cazas rusos que activó una alarma. Ese día Sánchez visitaba una base de la OTAN en Lituania. Encantado de haberse conocido, pues nada le complace más que jugar a gran estadista internacional, ofrece una rueda de prensa en un hangar aéreo junto a Nauseda, el presidente lituano. Todo está quedando muy pintón, cada uno ante su atril con el escudo de su país y con la bandera de la Alianza Atlántica a sus espaldas. El mandatario local está en el uso de la palabra cuando empieza a notar un pequeño revuelo a sus espaldas y gira la cabeza. Nauseda sonríe e intenta continuar con su perorata. Pero Sánchez lo interrumpe en inglés y le dice con apremio: «¡Presidente, presidente, hay una alarma!». Cuando Nauseda está todavía interpretando lo que le está diciendo, Sánchez ya ha recogido rápidamente sus papeles y se ha alejado de manera apresurada, dejando solo al lituano en la zona de los atriles. En aquel momento algunos interpretaron la reacción de nuestro presidente como un síntoma de cobardía. Pero tampoco se le dio más importancia. Una anécdota más en el inagotable catálogo del sanchismo.
Joseph Conrad, un marino mercante polaco muerto en 1924 y que aprendió a hablar inglés con fluidez en la treintena, es uno de los grandes novelistas del Reino Unido, su tierra de adopción. Conrad, que anduvo embarcado durante 19 años y dejó la mar para convertirse en escritor a los 36, está considerado un clásico por su certera disección de las simas y luces de la condición humana. Coppola se inspiró en su relato El corazón de las tinieblas para componer el viaje a los delirios de la guerra que muestra la magistral Apocalypse Now.
En el comienzo del siglo XX, Conrad publica Lord Jim (que tiene también su película, alzaprimada por aquel carisma inseguro que gastaba Peter O’Toole). Jim es un joven marino inglés que se embarca en el mercante 'Patna' como primer oficial para llevar a 800 peregrinos a la Meca. La singladura parece plácida, hasta que una noche revienta el casco. El buque se va a ir rápidamente a pique, se ve claro. Jim aboga entonces por arriar los botes de salvamento para auxiliar a los pasajeros. Pero el capitán y dos de los tripulantes lo desdeñan. Quieren ponerse ellos a salvo y las vidas de los viajeros les dan igual. Jim se enfrenta entonces a uno de esos dilemas únicos, angustiosos, que muestran de qué pasta está hecha una persona. Puede quedarse a bordo y cumplir con su deber, o puede salvar su vida traicionando su honor y su código profesional. En el último segundo se impone el egoísmo y la cobardía y Jim salta al bote del capitán.
Los oficiales son rescatados, pero sucede algo con lo que no contaban y que descubrirán más tarde. Por la zona del naufragio ha pasado un barco francés que ha salvado a los peregrinos, lo cual saca a la luz el vil comportamiento de los tripulantes. Esa humillación marcará el resto de la vida de Jim, que será un intento constante por huir de la huella de la vergüenza y redimirse de su fatal error de juicio.
Sánchez vivió el domingo uno de esos instantes decisivos que retratan a una persona y lo que salió a la luz es lo que todo el mundo ha visto, en España y fuera de ella. Hizo un Lord Jim (yo me salvo y ahí os quedáis). Aunque a diferencia del personaje de Conrad hay que dar por descontado que jamás reconocerá su error, ni pedirá perdón. De hecho, a estas horas, la auténtica máquina del fango, la de Moncloa y Ferraz, ya trabaja en el pertinente argumento exculpatorio, que se basa en el más sobado y exitoso de los clásicos del PSOE: lo ocurrido en Paiporta fue un ataque contra el bueno del presidente «progresista» perfectamente organizado por una trama de extrema derecha.
Aunque la excusa es ridícula, muchísimos votantes de izquierda la darán por válida. Pero no servirá para lavar la cara de Sánchez. Ahora los españoles ya saben que tienen a un cobarde en el puente de mando. Y eso nadie lo quiere para sí.