Al Frankenstein le importa un bledo la corrupción
A los del Frankenstein de la moción de censura contra Rajoy la corrupción les importaba un bledo, como demuestran ahora defendiendo la corrupción socialista
«A mi no me echaron los españoles, ni mi partido, me echó el Frankenstein», dijo Mariano Rajoy esta semana en el Instituto de Liderazgo Político de María Dolores de Cospedal. Y si entonces era cierto lo del Frankenstein, ahora luce en todo su esplendor, con los socios del Frankenstein defendiendo la corrupción socialista con la misma entrega que el propio Sánchez. Y poniendo en evidencia que la corrupción les importa un bledo, lo mismo que cuando secundaron a Sánchez y a Ábalos en la moción de censura contra el Partido Popular.
Cuando Rubalcaba puso en circulación ese apelativo, el Gobierno Frankenstein, cuestionaba sobre todo la unión de partidos con ideologías, intereses y objetivos tan diferentes. Pero Pedro Sánchez llevó mucho más lejos el alcance de la expresión, cuando convirtió esa amalgama en un mero instrumento para lograr el poder a cualquier precio. No les importó usar la mentira de la sentencia luego eliminada por el Supremo ni que los condenados lo fueran de diversos ayuntamientos y no del Gobierno, porque la corrupción fue una excusa para llegar al poder sin pasar por las urnas. Socialistas, comunistas y nacionalistas de derechas y de izquierdas, todos ellos con múltiples casos de corrupción a sus espaldas, además de un golpe de Estado en 2017, unidos en el asalto a la Moncloa.
Luego llegó la sentencia de los ERE, que les habría obligado en coherencia a hacerse una moción de censura a sí mismos, y se pusieron a silbar como si no fuera con ellos, además de llamar al de las togas manchadas de polvo del Constitucional. Pero lo más extraordinario ha venido ahora, con un Gobierno directamente implicado en gravísimos casos de corrupción. No de algunos ayuntamientos socialistas, no, sino del propio presidente del Gobierno, con su familia y su número 2, el que hizo el discurso de la moción de censura, imputados.
Y ahí tenemos al Frankenstein cerrando filas con el líder de los imputados. Rufián es un socialista más cada vez que interviene en el Congreso, y hasta defiende lo del hermano de Sánchez. Qué hay de malo en ello, en crear un puesto de trabajo específico para él en una institución pública, o en que le investiguen por el aumento de capital en la cuenta corriente. Lo mismo que Aitor Esteban, ese hombre que quería librar a España de la corrupción, y que ahora hace de abogado defensor del hermano de Sánchez o defiende al presidente de las acusaciones de Aldama. Qué prisa se da usted en creer a un delincuente confeso, le dijo el miércoles a Feijóo, en repetición del argumentario socialista. Como la pobre Yolanda Díaz, a la que Sánchez ya ni mira cuando se sienta en el escaño, que defiende a los corruptos del socialismo con la misma entrega con la que defendió y promocionó a Errejón.
El congreso del PSOE «es un acto de resistencia colectiva», tituló El País ayer. Le faltó añadir que es un acto de resistencia colectiva frente a la oleada de casos de corrupción. Un acto de resistencia del PSOE y de todo el Frankenstein contra los jueces, los fiscales, las fuerzas de seguridad y la sociedad civil que les exigen respuesta y coherencia frente a la corrupción. Si mintieron sobre la corrupción para asaltar la Moncloa, harán lo que haga falta para resistir en ella.