El PSOE sólo aclama a los corruptos
El partido sanchista ya no está en eso. El sanchismo ya sólo quiere mantenerse en el poder a toda costa. No pretenden aplicar una u otra política. Sólo aspiran a mandar a cualquier precio. Eso no es ni de izquierda ni de derecha. Eso es totalitario
El 41º Congreso del PSOE en Sevilla ha dejado muchas escenas dignas de análisis. Déjenme apuntar solo una porque creo que es muestra incontestable de que hemos entrado en un tiempo de enorme gravedad en el que se está intentando derribar la democracia sin el más mínimo pudor. El pasado 24 de noviembre yo escribía aquí que «España está muy enferma» al hilo de la aclamación de la bancada socialista en el Congreso de los Diputados a Santos Cerdán después de que Víctor de Aldama le acusara de recibir pagos corruptos. Siendo eso causa de aclamación para los socialistas, a nadie puede sorprender que el domingo Begoña Gómez fuera recibida en el congreso del Partido Socialista con aclamaciones masivas.
Hay que tener en cuenta similitudes muy relevantes entre ambos casos. A Cerdán su grupo parlamentario no le había aplaudido así ni con la más brillante de sus intervenciones. Ha tenido que ser acusado de corrupción para que lo aclamen. Y lo mismo podemos decir de Begoña Gómez en Sevilla. Este Congreso ha escenificado la cuarta elección de Pedro Sánchez como secretario general del partido. Begoña Gómez ha acudido a todos esos congresos. Jamás le dedicaron ni una calurosa ovación, no digamos la aclamación que hemos visto en Sevilla. ¿Por qué ahora? Porque es acusada ante los tribunales de corrupción y, en feliz descripción de mi colega Jorge Sanz, está «poliimputada». Está visto que en el PSOE solo se aclama a los corruptos.
El PSOE ya no es el partido que hizo la Transición. A mí no me gustó nunca. Yo jamás lo voté. Pero otros vendrán que bueno te harán. El consenso, acertado o errado, de 1978 se ha sustituido por un guerracivilismo que puede volver a ser letal. Este partido hoy denuncia la libertad de Prensa, acusa de totalitarios a todos los que denuncian sus políticas y señala a los jueces de golpistas por aplicar la ley. Ya no existe un partido socialista: existe un partido sanchista, que es algo muy diferente. Porque el PSOE quería aplicar unas políticas con las que yo discrepaba radicalmente. Pero era legítimo que un partido quisiera proponerlas y que una mayoría de la ciudadanía las apoyara. Pero el partido sanchista ya no está en eso. El sanchismo ya solo quiere mantenerse en el poder a toda costa. No pretenden aplicar una u otra política. Solo aspiran a mandar a cualquier precio. Eso no es ni de izquierda ni de derecha. Eso es totalitario. Y se pueden imponer dictaduras de todas las ideologías. Hasta de centro como bien argumentaba mi admirado por Edward N. Luttwak en su maravilloso Coup d’État. A practical handbook (Golpe de Estado: un manual práctico) publicado en 1979 y reeditado en 2016. De lo que se trata es de tomar el control de poder para aplicar unas políticas y convencer a la población por medio de un Equipo Nacional de Opinión Sicronizada de que lo que producen es mucho mejor que la democracia que corre el peligro de ser asaltada por la extrema derecha. Y para que no gane esa extrema derecha, mejor no celebrar elecciones. Estamos a un cuarto de hora de que medios que ya no son periodísticos, sino propagandísticos, nos argumenten esto mismo.
Un partido que en pleno siglo XXI canta La Internacional y alza el puño está negando la democracia. Porque si tuvieran la más mínima decencia democrática, tendrían que consentir que cualquier partido o agrupación política cantara el Cara al sol —que yo jamás he cantado—. Pero ese es el totalitarismo del PSOE. Bajo La Internacional, que fue entre 1922 y 1944 el himno oficial de la Unión Soviética, una de las mayores tiranías de la historia, se supone que hay libertad. El régimen de Franco, el del Cara al Sol, volvió a la democracia sin más derramamiento de sangre del que ya había habido. Pero el sanchismo impone uno y prohíbe el otro. Esa es la ruta que siguen. Dios nos ampare.