Cuando los comunistas leían El Debate
Había encontrado El Debate en la mesa de Chicherin, en el Comisariado de Negocios Extranjeros. «Sí –le había dicho el comisario– nos interesan los enemigos y en cuanto a El Debate creo que es el periódico sectario que con más imparcialidad habla de las cosas de Rusia»
Uno de los graves problemas de la polarización en España es que sólo prestamos atención a los medios que nos dicen lo que queremos que nos digan. Incluso a los que censuran lo que no nos gusta. Ayer ofrecíamos en El Debate una información de Jorge Aznal en la que se contaba cómo en el Telediario de las tres de la tarde de la víspera se había ignorado la entrevista de Carlos Herrera a Víctor de Aldama. Una entrevista que marcó la agenda política del día y de la semana probablemente.
Mientras Aldama estaba hablando en la COPE, Sánchez estaba presentando un nuevo plan de ayuda a la Comunidad Valenciana con una breve y calma intervención de sólo 45 minutos. Pero cuando volvió al estrado por segunda vez su tono había cambiado radicalmente. Volvió el Sánchez agrio, mentiroso, faltón. ¿A qué se debió ese cambio? Ya sabía lo que había dicho Aldama en la COPE. Desde luego quien se informe solo por el Telediario 1 no se enteró de por qué fue.
Más sutil fue la presentación que hizo Noticias 4 en su informativo de las 20,00. Ahí sí se habló de las declaraciones de Aldama a Herrera. Pero con habilidad de cirujano de alta precisión se escogieron casi exclusivamente las respuestas en las que Aldama desmentía algunas de las informaciones que se han publicado y casi no dieron ninguna de las nuevas acusaciones graves. Quien sólo se informara ayer por ese noticiario, tampoco entendería el porqué del cabreo de Sánchez. A la vista de lo difundido por Cuatro, Sánchez más bien debería estar agradecido a Aldama.
Este periódico que el decapitado Idafe Martín describía en El País como «carcatólico» y al que le negaba su legitimidad de origen en 1910, siempre fue visto como una cabecera que había que leer al margen de la ideología de cada uno. Insisto en lo de la legitimidad de origen porque El Debate es el único periódico que 114 años después de aparecer por primera vez tiene la misma propiedad y la misma línea editorial. Eso no puede decirlo ni El País que nos perdona la vida a los demás y nos mira muy por encima del hombro.
En este contexto quiero señalar que en el número de El Debate publicado el 5 de julio de 1936 el diario hacía un repaso al momento que vivía la publicación. En una página fascinante enumeraba las suscripciones al periódico en diferentes partes del mundo y este párrafo no tiene desperdicio: «Hace varios años el exministro don Diego Hidalgo nos trajo una primera referencia sobre El Debate en Rusia. Lo había encontrado el señor Hidalgo en la mesa de Chicherin, en el Comisariado de Negocios Extranjeros. «Sí –le había dicho el comisario– nos interesan los enemigos y en cuanto a El Debate creo que es el periódico sectario que con más imparcialidad habla de las cosas de Rusia. (…) Ese interés por las ideas y la actitud del enemigo se traducen en nuestro fichero de suscripciones por seis papeletas. Dos están destinadas a apartados de correos números 342 y 532, otra –es natural– a la Agencia Tass, la agencia oficial de los soviets; otro número va al Izvestia y dos a direcciones particulares o por lo menos sin ninguna indicación clara de oficinas del Estado o del partido comunista ruso».
El Diego Hidalgo que ofrece esta información no era un hombre afín a los principios de El Debate. Antes al contrario, era miembro del Partido Republicano Radical y fue ministro de la Guerra en 1934. Y, por cierto, su hijo Diego Hidalgo Schnur fue, entre otras muchas cosas, uno de los fundadores de El País y consejero de Prisa treinta años.
Izvestia (Noticias) era uno de los dos grandes diarios de la Unión Soviética. Mientras Pravda servía como portavoz oficial del Partido Comunista, Izvestia expresó la opinión oficial del Gobierno soviético publicada por el Presidium del Sóviet Supremo de la URSS.
Que Gueorgui Chicherin, que fue el responsable de las relaciones exteriores rusas durante doce años recibiera a Hidalgo con El Debate encima de la mesa solo podía demostrar lo que se valoraba en su ministerio la información de este periódico. La intoxicación de cierta Prensa de izquierda en Madrid ya se la sabía Chicherin, entre otras cosas porque se la suministraban ellos. A Hidalgo, como mínimo, debió desconcertarle. Bien haría la actual izquierda española en aprender de sus mayores y leer un poco más El Debate. No se hacen una idea de cuánto aprenderían.