Biden y el hijo de papá
Biden afirmó en su explicación del perdón presidencial que «Espero que los americanos comprenderán por qué un padre y un presidente toma esta decisión». Con un verdadero padre, creo que no se entiende. Si ese padre solo ha logrado criar un hijo de papá, es comprensible. Y, como presidente, es incomprensible
La realidad supera las más calenturientas ficciones. El pasado 8 de noviembre publiqué en estas páginas mi última columna sobre las elecciones norteamericanas. En el primer párrafo de la misma iba la siguiente anécdota. «En los círculos de la alta sociedad neoyorkina el chiste del pasado miércoles por la noche era que ya están en marcha negociando la transición entre las dos administraciones y que el primer acuerdo va a ser que Biden dé un perdón presidencial a Trump en el último día de su Presidencia por las causas que tiene pendientes y que Trump dé un perdón presidencial en el primer día de su segunda Presidencia a Hunter Biden, el hijo del presidente, por las causas que él tiene pendientes.» Miren dónde estamos hoy.
Lo que se decía un poco de coña en los salones neoyorkinos implicaba un cierto cambalache. Tú me das y yo te doy. Y siempre es el otro quien te perdona. Pues nada. Biden, con un par y la bandera de Tafalla se ha ido de frente y ha otorgado el perdón presidencial a su hijo Hunter, quien estaba a punto de ser condenado a pena de cárcel por corrupción.
En Estados Unidos es muy común que los presidentes concedan en sus últimos días en el despacho presidencial perdones que no otorgarían si aspiraran a repetir en el cargo. En mayor o menor medida, casi todos lo han hecho. El perdón que ha concedido Biden a su hijo solo parece superado por el otorgado por Gerald Ford a Richard Nixon el 8 de septiembre de 1974, a mitad del mandato que heredó de Nixon. Ahí se le perdonaba por todo delito que pudiera haber cometido en sus años de Presidencia. Ford debía todo a Nixon. No en vano llegó a presidente sin haber sido elegido ni vicepresidente. Biden le ha otorgado a su hijo un perdón por todo delito que pueda haber cometido desde el 1 de enero de 2014 hasta el domingo pasado. Eso son bastantes más años que la Presidencia de Richard Nixon. 2014 es un año relevante porque es cuando empezó a hacer negocios con la empresa ucraniana Burisma, con la que obtuvo jugosos beneficios que nunca declaró a la hacienda norteamericana.
¿Qué es lo que podemos esperar con estos precedentes? Pues es lógico: que un tipo como Donald Trump, que pidió en su momento clemencia para los bárbaros que asaltaron el Capitolio el 6 de enero de 2021, a los que llama los «rehenes del 6-E», ahora justifique un perdón presidencial para ellos. Biden le ha dado la argumentación.
Biden afirmó en su explicación del perdón presidencial que «Espero que los americanos comprenderán por qué un padre y un presidente toma esta decisión». Con un verdadero padre, creo que no se entiende. Si ese padre solo ha logrado criar un hijo de papá, es más comprensible. Y desde luego, como presidente, es incomprensible. Joe Biden sucedió a Donald Trump en 2021 prometiendo una vuelta a la normalidad y justificando que lo que apareció en el ordenador de su hijo era intoxicación de los servicios secretos rusos.
Pues ya sabemos dónde estamos hoy. Y ya podemos intuir qué lugar reservan los libros de historia para Joe Biden. Ni el Jimmy Carter que solo pudo llegar a la Presidencia tras el escándalo de Nixon y el perdón presidencial de Ford cayó tan bajo. Que Dios le perdone.