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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Mis biznietos

Los biznietos de los presidentes y directivos del Barcelona que sobornaron a Negreira y sus afines, no tienen ninguna culpa. ¿Cómo la van a tener si no han nacido todavía? Sostener un bochorno deportivo y social durante más de un siglo no lleva a ninguna parte

Actualizada 01:30

Yo no lo veré. Mis hijos no lo verán. Tampoco mis nietos. Quizá, con mucha suerte, mis biznietos tendrán noticias de ello cuando cumplan más de cuarenta años. Calculo, que más o menos, en el año 2120 –es probable que se retrase al 2121–, el Fútbol Club Barcelona será condenado a pagar una pequeña multa por haber sobornado durante 17 años al árbitro Enríquez Negreira en el tramo inicial del siglo XXI. Más vale tarde que nunca o a buenas horas, mangas verdes, que es contradictorio.

La Guardia Civil ha documentado 135 transferencias bancarias realizadas por el F.C. Barcelona a Enríquez Negreira y sus empresas. Un despiste. Y ha elevado el total del soborno a 8,4 millones de euros, un millón más de la suma conocida hasta la fecha. El árbitro catalán Estrada Fernández, ha vaticinado que « irán saliendo más cositas». Mientras tanto, la Real Federación Española de Fútbol, la Liga, la UEFA y la FIFA, se mantienen alerta. Pero no pasan de la alerta. Es más, a pesar de sentirse alarmados, le dedican al Barcelona toda suerte de masajes y carantoñas. Es posible –aunque no figure en los pactos firmados con los separatistas–, que Sánchez haya manifestado su honda preocupación por el desarrollo del caso. No su honda preocupación por el soborno, que ese detalle de trampa continuada durante más de tres lustros, a Sánchez se la refanfinfla. A Sánchez lo que le preocupa es que los separatistas de la ultraderecha catalana –los de Puigdemont–, y de la ultraizquierda –los de Junqueras–, se sientan traicionados si el F.C. Barcelona sufre una sanción ejemplar. Es de esperar que en el año 2120, el Barcelona reciba un mensaje urgente como el que sigue: «Por haber transcurrido más de 125 años desde la comisión del primer soborno al número 2 de los árbitros españoles, hemos decidido que pelillos a la mar. Firmado. La FIFA y la UEFA». Un acuerdo que entra de lleno en la lógica y el sentido común. Sería conveniente que la notificación no se produzca coincidiendo con la «Diada». En tal caso, se pelearían de nuevo entre ellos. Para mí, que la amnistía se firmará coincidiendo con el fin de las obras de «Nou Camp Nou», siempre que cobren los turcos, que no está del todo asegurado.

Se da por seguro que el Barcelona no descenderá de división y se le permitirá mantener en sus vitrinas los títulos conseguidos durante los 17 años de soborno demostrado. Sólo si los nietos o biznietos de clubes europeos perjudicados protestan un poquito, se alargaría el proceso hasta el siglo XXIII. Para ello, sería necesario que la UEFA y la FIFA contrataran algún contable, pues según parece, andan regular de oficinistas especializados en los números, que así llamaba mi profesor de Aritmética a las Matemáticas. «Ussía, usted de números no sabe nada de nada. Está pegado. Y por ello, sintiéndolo como usted sabe que yo siento las cosas, le voy a poner un 0 patatero». Y eso es lo que sucede. El juez sabe de números, la Guardia Civil sabe de números, pero en la RFEF, la Liga, la UEFA y la FIFA, dominan los números más o menos como yo.

Les he dejado dicho a mis nietos, que de producirse el milagro, no lo celebren. Los biznietos de los presidentes y directivos del Barcelona que sobornaron a Negreira y sus afines, no tienen ninguna culpa. ¿Cómo la van a tener si no han nacido todavía? Sostener un bochorno deportivo y social durante más de un siglo no lleva a ninguna parte. Es posible que no exista ni el fútbol, como lo entendemos ahora. En lugar de futbolistas, los grandes clubes alinearán platillos volantes de alta precisión que meterán muchísimos goles en cada partido. Por todo ello les he encomendado que no pierdan ni un segundo de sus vidas celebrando un suceso de dos siglos atrás.

Y que sean felices, por favor, que sean felices, que es más importante de lo que parece.

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