Lobos costeros
Esa imagen, llegará. Y no muy tarde
Son, desde hace 30 años, mis vecinos inmediatos. Él es cirujano y termina de jubilarse. Ella es la jefa de la casa, como siempre ocurre, incluyendo la mía. Cinco hijos, bien educados y que jamás han dado la murga. Familia profundamente cristiana. Los cinco hijos se casaron, y ahora suman 22 nietos. De siete a veintinueve. Encontraron un prado alto, en la subida de Ruiloba hacia Peña Castillo, antes de alcanzar la carretera que une Comillas y Cabezón de la Sal, y termina en la rotonda de la Autopista del Norte. Un prado extenso abandonado, con una vieja cuadra y un almacén de pienso, en ruinas. Ahora se han convertido en dos casas que permiten a tan larga y unida familia veranear y pasar los puentes con toda la retahíla de hijos y de nietos reunidos. Adecentaron el prado, y plantaron árboles propios de la zona. Robles, castaños, hayas, abedules, tejos, laureles, tilos, cerezos, serbales y endrinos. Muy cerca de ahí, las viñas de Gabriel y Esther Bueno, de cuyas uvas nace el vino Miradorio. Sí, estoy ocupándome de un asunto local. Todo lo de aquí es mínimo y local, pero de golpe, salta la noticia. El pasado año fueron nueve ovejas masacradas por los lobos. Se comieron una, dejaron otra a medio devorar, y las siete restantes murieron degolladas. Se me ha olvidado decir que la familia , para mantener el prado en buenas condiciones, compró una veintena de ovejas. Las autoridades competentes –que ignoro a qué autoridades me refiero-, no concedieron a la masacre importancia alguna. ¿Lobos? Imposible. Estamos en la costa. Los lobos jamás han llegado hasta aquí. Habrán sido perros cimarrones, asalvajados. ¿Lobos? Imposible.
Siete días atrás, en el prado donde corren, juegan y se juntan 22 niños, en la atardecida, todavía con la luz cansada de los días cortos, y a pesar de la presencia de dos mastines que compraron en León para ahuyentar a «los perros cimarrones» - ¿Lobos? Imposible-, fueron atacadas de nuevo, las ovejas. Con el mismo resultado. Nueve animales muertos. Pero hubo testigos, y no fueron inventados perros los atacantes, sino una manada de lobos. Lobos en la costa. En esos prados se han visto corzos, jabalíes, tejones, ardillas, y martas. También búhos reales y toda suerte de aves de presa. En esta ocasión, muy a su pesar, las autoridades competentes han tenido que reconocer que han sido los lobos los autores de la masacre. También le mataron a Luis Caviedes, y a Gabriel Bueno, las pocas ovejas que mantenían.
Muchos pueblos del interior montañés están acostumbrados a ver jabalíes en sus calles, y hasta osos. Que hay osos a porrillo, pero si se informa del número de osos que habitan en la cordillera cantábrica, la montañesa, la asturiana, la leonesa y la palentina, es probable que mengüe el dinero proveniente de Europa. En Europa es vicepresidente la inútil, demagoga y ultraecologista Teresa Ribera, responsable de casi todos los desastres ecológicos que se han producido en España, incluidas riadas y destrucciones de pantanos imprescindibles. Ahí está, con la íntima de Sánchez, la poderosa Von der Leyen, íntimamente relacionada con los laboratorios Pfizer, los de las vacunas. Pues también los osos visitan cada noche los cubos de basura de muchas localidades en la Montaña boscosa y empinada. Pero no han llegado hasta la costa. El lobo sí. Los ganaderos ya no saben cómo pedir más agilidad en las compensaciones económicas. Los ganaderos no tienen voz. Y después de los ganaderos, vendrán los turistas y senderistas. –Oh, mirad, qué bonita manada de lobos. ¡Cómo quieren las lobas a sus lobeznos!-. Y cuando un niño de turistas costeros y de senderistas sea el bocado elegido por una manada de lobos, que ya llegan hasta los límites de las playas, para nada servirán los remedios.
Me apasiona, como animal, el lobo. No soy ganadero. Se trata de un animal portentoso que tenemos que cuidar. Cuidar y seleccionar, manteniendo el número viable para que, nuestras respectivas educaciones, la humana y la lobuna, no rompan la armonía. Por ahora, la armonía la han roto los lobos, que una tarde de verano, llegarán con sombrillas, neveras portátiles y toallas para tomar el sol y adentrarse en la mar después de merendarse a un bañista distraído.
Esa imagen, llegará. Y no muy tarde.