No apto para menores
La tribu Bukuku fue informada de que el coronel inglés sería degustado después de ser cocinado a fuego lento, en una gran olla. El rey Mojokoko II, sugirió, y su sugerencia fue unánimemente aceptada, que los muslos, los solomillos y las nalgas del coronel se sirvieran con guarnición
Advertencia: Por encontrarnos en período de vacaciones escolares, y ante la posibilidad de que un menor lea el presente texto, de gran crudeza y desagradable final, el autor advierte que su lectura puede perjudicar la tranquilidad y descanso de los niños de 6 a 12 años, responsabilizando a sus padres o tutores de las consecuencias que dicha lectura puede ocasionar en la sensibilidad de los inocentes pequeños.
El Coronel Maximus Groven Hardison, era la primera autoridad militar del territorio C-1 del norte de Tanganyka. En el territorio bajo su mando, en el llamado Bosque de los Antropófagos, vivían los Bukuku, una desalmada tribu de caníbales insaciables. Los jefes de las diferentes etnias que habitaban en el C-1 solicitaron a los mandos coloniales la extinción de los Bukuku, que en el año 1964 se habían comido a más de quince guerreros Masai, y doscientos bosquimanos.
Al frente de sus tropas de Infantería, Caballería y Artillería, el coronel Groven se adentró en el Bosque de los Antropófagos, con la orden de expulsar de Tanganyka a los Bukuku sin contemplaciones y con permiso para matar, como James Bond.
Llevado por su arrojado espíritu y demostrado liderazgo, el coronel Groven se adentró en el peligroso bosque sin reparar que ninguno de sus soldados compartía su entusiasmo. Ninguno le siguió.
Cuando se dio cuenta, ya era tarde.
Fue capturado por los Bukuku, cocinado por las abnegadas mujeres Bukuku, y finalmente, degustado por toda la tribu, cuyo rey, Mojokoko II había trabajado durante dos años de Segundo Jefe de Cocina en el restaurante londinense «Le Cocq D´Or», especializado en gastronomía francesa.
No se celebró juicio alguno, siguiendo la costumbre del comunismo internacional. Al ser desnudado, todos los miembros de la tribu celebraron entre cánticos y bailes el grosor de los muslos del coronel y sus apetitosas nalgas. Mientras tanto, las tropas a su mando habían retornado a sus cuarteles sabedoras del peligro que corrían si se mantenían en los aledaños del siniestro bosque.
La tribu Bukuku fue informada de que el coronel inglés sería degustado después de ser cocinado a fuego lento, en una gran olla. El rey Mojokoko II, sugirió, y su sugerencia fue unánimemente aceptada, que los muslos, los solomillos y las nalgas del coronel se sirvieran con guarnición, detalle que fue celebrado con júbilo y estrépito por el resto de la tribu. De tal guisa, que el coronel fue cocinado «avec Oefs filés et Soupe a l, anglaise», recordando los tiempos del rey en «Le Cocq D´Or». La casquería, los filetes y costillares del coronel, sumados a las sobras del asado, se servirían al día siguiente en modo croquetas hechas con bechamel procedente de leche de Sitatunga, una leche muy apreciada por su cremosidad y vitaminas.
Cuando en Londres se supo la terrible suerte del coronel Groven, fue inmediatamente sustituído por el coronel Mc Allister Spring, que intimó con el rey caníbal hasta tal punto, que solicitó para el consumidor de coroneles ingleses la Cruz del Imperio Británico días antes de ser devorado por su amigo, también con guarnición y compango.
Mojokoko II tenía 14 mujeres e inesperadamente, a causa de un pipirlete vascular, falleció en pleno acto. ( El acto no se explica por prudente reserva, pero los mayores de 18 años se lo figurarán con pelos y señales).
Si me preguntan los lectores qué ha sido de los Bukuku, lamento decepcionarlos. Ni idea.