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GaleanaEdurne Uriarte

Son comunistas y no fascistas

Llamar fascistas a quienes son comunistas es una manera de contribuir al blanqueamiento del comunismo

Actualizada 01:30

Esta vez ha sido Iván Espinosa de los Monteros, pero esto, lo de calificar de fascistas a los comunistas, es algo habitual en la derecha. Y no por desconocimiento, y menos en alguien de la solidez intelectual de Espinosa de los Monteros, sino por adaptación al lenguaje dominante. Es lo que hizo el jueves Espinosa de los Monteros para valorar el boicot antidemocrático que le hizo la extrema izquierda estudiantil de la Complutense. «Son los auténticos fascistas», dijo. Pues no, son representantes de las diferentes variedades del comunismo actual. De los que no han hecho evolución democrática alguna y se han quedado en extrema izquierda totalitaria.

El problema de este mal uso de los términos políticos es que contribuye a mantener el blanqueamiento del comunismo. Y por eso escribo de nuevo un artículo que he escrito en más de una ocasión. Contra el mal uso del término fascismo, que es aplicado una y otra vez a grupos y movimientos totalitarios comunistas. Y que refuerza la idea de que lo malo de verdad, lo deleznable, lo totalitario, lo peor que se puede decir de un grupo o una idea es fascista o fascismo. Porque si les aplicas el término correcto, comunismo, los oyentes no van a captar la auténtica maldad de lo que estás designando.

Es así como la derecha acepta y fortalece los conceptos y los esquemas ideológicos de la izquierda. Que son los que han dividido el mundo político entre el fascismo totalitario y cruel y el comunismo utópico y bondadoso, a veces equivocado, pero en todo caso bienintencionado. De ahí viene toda la literatura sobre la peligrosa extrema derecha y la inexistente extrema izquierda. Y también el lenguaje político dominante tan del gusto de Pedro Sánchez y compañía sobre la derecha y la extrema derecha, o Trinidad y Tobago, en estupendo hallazgo de Ramón Pérez-Maura.

Es así también como España tiene una vicepresidenta comunista, y todo el mundo encantado con la defensora del totalitarismo más criminal de la historia. Porque las palabras designan el mundo y los valores. Y no siempre cabe adaptarse a los términos dominantes para conseguir más eficacia comunicativa, porque el resultado es este, nefasto.

En ese contexto también, la Universidad del País Vasco ha abierto una investigación a un profesor por lo que califica de mensajes «fascistas, racistas, tránsfobos y franquistas». De momento, le ha suspendido las clases mientras le investiga. Y si no hubiera una historia trágica de décadas detrás, yo tendría la tentación de reírme a carcajadas con esta vibrante decisión de la UPV. Resulta que la universidad que jamás investigó a ningún profesor por mensajes a favor de ETA y sus crímenes, y eran muchos, se pone ahora a defender supuestamente la democracia. Por supuesto, tampoco investiga ni aparta de sus clases a los profesores que justifican en la actualidad la historia criminal de ETA. Y, por supuesto, tampoco a los que apoyan el totalitarismo comunista y lanzan mensajes de odio contra la derecha o los españoles.

La Universidad del País Vasco, al igual Pedro Sánchez y toda la izquierda, lo que combate es el fascismo. Es decir, lo que ellos llaman fascismo, mientras justifican o niegan los terrorismos de extrema izquierda y el comunismo. Y lo que no se puede hacer es aceptar esa terminología manipulada.

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