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GaleanaEdurne Uriarte

Y, de repente, todos halcones y neocons

La pacifista europea, la paloma que rechazaba a los halcones, exige ahora respuestas militares para defender la libertad de Ucrania

Actualizada 01:30

Si hay un cambio de orden mundial tras el giro de Estados Unidos, hay también un cambio de orden ideológico. Un giro en el que los europeos se han vuelto repentinamente halcones y neocons. Halcones que piden respuestas militares a invasiones extranjeras como la de Rusia en Ucrania y neoconservadores que exigen a Estados Unidos que lidere la lucha por la libertad en el mundo, ese loable objetivo por el que los unos y los otros, halcones y neocons, fueron machacados por las élites intelectuales y políticas europeas a principios de este siglo.

Ahora que Estados Unidos tiene un presidente aislacionista, muy alejado de los ideales del neoconservadurismo que inspiró a tantos republicanos, Europa exige la vuelta de la filosofía neoconservadora. La que pide sostener la lucha militar de Ucrania contra el invasor. Y muchos de quienes lo piden en Europa son aquellos que escribieron innumerables artículos sobre las maravillosas palomas europeas y los agresivos halcones americanos. Sobre la avanzada Europa que tenía soluciones pacifistas para cada problema, que no gastaba en armas sino en Estado del bienestar, y que hasta quería suprimir el ministerio de Defensa, como nuestro presidente Sánchez.

El discurso de la pacifista Europa frente al militarista Estados Unidos contribuyó lo suyo al tradicional antiamericanismo de algunos países europeos, y también alimentó el escepticismo de algunos que como yo defendimos el idealismo neoconservador de la libertad en el mundo. Y he aquí que la pacifista Europa ha dado un giro radical a su tradicional identificación con las palomas y se ha puesto al frente de los halcones. Al menos en las palabras, y bastante menos en los hechos. O nada, como es el caso de Pedro Sánchez, primero de la fila en atacar a Trump, en exigir la defensa de Ucrania y en negarse a aumentar el gasto militar para contribuir a esa defensa.

Y yo entiendo el hartazgo de los ciudadanos norteamericanos ante tanto antiamericanismo y tanto cinismo mientras contribuyen con sus impuestos a la defensa de Ucrania, pero Estados Unidos no puede renunciar a su papel en el liderazgo de la libertad y la democracia en el mundo. Y eso es lo que significan las palabras pronunciadas por Trump esta semana: la legitimación de un dictador e invasor como es Putin con el apoyo de Estados Unidos.

A mi también me impactó el discurso de Vance en Munich. Dio en el clavo de las debilidades y contradicciones europeas. Pero ese discurso ha quedado completamente desautorizado por las palabras de Trump sobre Ucrania y Rusia. «Lo que me preocupa es la retirada de Europa de algunos de sus valores más fundamentales: valores que comparte con los Estados Unidos de América», dijo Vance. Pero eso es justamente lo que está a punto de hacer Estados Unidos si sigue con sus anunciados planes para Ucrania, renunciar a valores fundamentales en la defensa de la democracia y la libertad. Tanto es así que hasta cuesta creer que Vance estuviera al tanto de lo que iba a decir Trump. Porque lo que pareció el discurso de un líder se quedó en humo en muy pocas horas. Desnudó las carencias y contradicciones europeas, y, unas horas después, se convirtió en el prólogo de las americanas.

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