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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Un portento, un héroe castizo de la Marvel

Lo que hace ese ilustre togado cada día en su terraza madrileña es de una resistencia épica, digna de un maratoniano

Actualizada 09:54

Enfilas la sexta década de vida y crees que te encuentras bastante bien. No te fatigas por larga que sea la caminata, puedes echar un pequeño esprint de trote cochinero si va a cambiar el semáforo, haces deporte sin problemas aparentes. Te parece que mantienes un estado de forma aceptable para tu edad… hasta que ves a ese portento físico y constatas que a su lado no tienes media leche. En un par de meses cumplirá 67 tacos y hace gala de la resistencia de un héroe de la Marvel. Su aguante es tal que no desmerece de Hulk, Wolverine o Thor. Qué tío, qué fortaleza. En un futuro, que deseamos muy lejano, ese hígado y esos pulmones deberían ser donados a la ciencia para su estudio.

Ayer al final de la mañana tuve que pasar por el potro de tortura del dentista. Eran las dos y media cuando regresaba a casa hecho puré, y allí, a la vuelta de la esquina, estaba como siempre el súper héroe togado, muy relajado en su cuartel general, una amplia terraza de Zurbano, donde daba cuenta con jovialidad de una botella de tintorro en medio una grata tertulia con su peña. Solo un instante antes había tomado declaración a testigos de la trama de hidrocarburos, una importante rama del tinglado de Aldama, el celebérrimo conseguidor del caso PSOE. Pero ya estaba de jarana. No parece nuestro héroe uno de esos profesionales que atenazados por un exceso de celo se llevan las preocupaciones laborales a casa.

Se trata de una figura de la judicatura y también de la prensa rosa (no debe haber muchos más togados que se hayan colado en la cotizada portada de Hola! del ganchete de la viuda de un famoso aristócrata, a la que luego, según ella, mandó a paseo por guasap). Amigo y discípulo del ex juez prevaricador Balta Garzón y de su mujer Lola, lo sitúan en la órbita «progresista» de la judicatura. Con su blonda melena al viento ante las cámaras, ha llevado un montón de casos de enorme eco. En su día fue también uno de los promotores de la llamada «justicia universal», aquel proyecto garzoniano por el que el sol no se ponía jamás en el ámbito de actuación de nuestros divos de la Audiencia Nacional. Si no llegan a pararles los pies, iban rumbo de juzgar hasta el magnicicio de JFK.

Alguna vez he llegado a cruzarme a nuestro héroe a las doce y media de la mañana caminando él ya rumbo a su despacho exterior, pitillo en boca y con el mejor ánimo. Pero lo habitual es que las hidrataciones terraceras transcurran desde la una y media a las cuatro de la tarde. El grupo practica el ayuno intermitente, pues corre la birra, y más tarde el copeo, pero el papeo no parece pasar de unas patatillas, o un pinchín de tortilla. Muchas veces lo acompaña en el amical esparcimiento un famoso exjuez, de cráneo pelado y reconvertido ahora en abogado. La situación es entrañable, porque resulta que el súper héroe de la melena, el pitillo y la birra está llevando un caso donde su alopécico amigo tiene una representada. Es decir, al dedicarse a copear juntos un abogado y el juez que lleva su caso estamos ante un conflicto de intereses más grande que un gin-tonic en copa de balón XXL. Pero no pasa na. Somos «progresistas». ¿Por qué molestarse por estos compadreos? Reservemos el supuesto rigor para perseguir desde el aparato del Estado a los que hacen correctamente su trabajo con Begoña, David y Ortiz (es decir, los que sulfuran al irascible Sánchez).

Muchas personas del común, de trabajo mucho menos relevante que el del juez súper héroe, vamos durante la semana con la lengua de fuera, sin encontrar ni un rato para el esparcimiento. Pero algo hacemos mal, pues el héroe togado demuestra que es posible llevar algunos de los complejísimos casos que concitan la atención de toda España y al tiempo disfrutar varias horas al día de la más alegre francachela (y con una genética tan agraciada que ni siquiera aparecen los habituales efectos secundarios de la pancita cervecera y el mapa de la Rioja). El togado de la blonda melena va tan sobrado que en sus ratos libres es también pintor, con unos cuadros abstractos policromados que ha llegado a exponer (quién sabe, igual los pinta en el juzgado a ratos muertos).

En fin, relájense. No se lo tomen tan a pecho en sus trabajos. Ya saben: de una y media a cuatro, a mazarse al bar, que el rendimiento laboral no va a mermar un ápice. Y es que ya lo decían los sabios clásicos con mucha razón: In vino veritas.

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