Aranceles y otras trolas
Una no sabe cómo acertar, sólo espero que entre arancel y arancel, si hay un ciberataque de los que amenazaban la semana pasada, que al menos sea al Ministerio de Hacienda y entierren en papeleo a esos perros de Nottingham, porque estamos abrasados
En este mundo hay gente de todo tipo: limpios, sucios, interesados, atontados, listillos, vicepresidentas verduleras, chuloperas presidentes, pelotilleros de corte o puteros con cortesanas colocadas en Tragsa… Y también hay gente cándida, crédula, cagada, miedosa, de esa que se desinfecta compulsivamente las manos con el frasquito de gel o llama al ascensor apretando el botón con el dedo forrado en el bolsillo del abrigo. Ven pulular microbios, literalmente, con sus patitas filamentosas mostrando su horrorosa boza amenazante en cada esquina. Viven en permanente estado de alerta… No quiero ni imaginar cómo debieron sufrir en pandemia asediados con información que luego se reveló completamente falsa: ni la culpa fue de un chino comiendo murciélago (el virus que nos mató salió de un laboratorio y aquí no ha pasado nada), ni existía comité de expertos que mandó encarcelar niños y abandonar enfermos y abuelos (a los que no pudimos ni enterrar), ni los dardos experimentales obligatorios sirvieron para nada (el virus fue languideciendo naturalmente), ni había necesidad de llevar bozales por el campo y tantos otros fraudes… Me pregunto yo, con la que está cayendo, qué estarán pensando esas cabecitas precavidas y asustadizas ¿Estarán cavando zanjas antinucleares? ¿Estarán comprando oro? Tal vez estén guardando euros bajo el colchón, o dólares… o papel higiénico, como la última vez.
La verdad es que para los precavidos cada vez es más difícil acertar: justo después de tres años de guerra en Ucrania, cuando gracias a EEUU comienza a desenroscarse todo con conversaciones de paz que han logrado detener los ataques a infraestructuras energéticas y reanudar el tráfico comercial en el Mar Negro, salta Bruselas con todo su aparato mediático para que nos rearmemos más que nunca y de paso que nos preparemos para sobrevivir sin agua y sin luz al menos 72 horas. A ver, si se trata de sobrevivir así, a lo salvaje, entonces, ¿a qué viene prohibir el consumo de huevos de tus propias gallinas? Para una cosa que tenía yo asegurada si nos venía un apocalipsis zombi estilo pandemia, van y me las prohíben. También saqué mil euros de la cuenta, por lo del ciberataque amenazante, y resulta que nuestros dirigentes europeos aceleran a toda velocidad lo del euro digital que, por otro lado, no sé si servirá porque Trump, además de equilibrar su balanza de pagos con aranceles más justos para la nación que preside, ha dicho que en EU.UU. no habrá dólar digital y que sepamos en Europa que esos euros de pantallita que están queriendo imponer aquí, ni sirven ni servirán allí. En fin… que una no sabe cómo acertar, sólo espero que, entre arancel y arancel, si hay un ciberataque de los que amenazaban la semana pasada, que al menos empiecen por el Ministerio de Hacienda y entierren en papeles a esos perros de Nottingham, porque estamos abrasados (actualmente Hacienda se lleva más de la mitad de lo que gana cualquier renta media y sólo este año pasado se han inventado 95 nuevos impuestos).
La buena noticia es que, con tanto bunker, kit, arancel, y rearme nos han dado tregua las otras agendas ecologistas, elegeteuvistas, feministas y disparates woke… la verdad, no tenía mucho sentido que la eco-amenaza asesina fuese mi Renault Clío entrando en el centro de Madrid y no los cazas, misiles nucleares y tanques de la guerra. Parece que nosotros, los «buenos» europeos, tenemos que ser más de China (con más aranceles que EE.UU., por cierto), el país más contaminante del mundo, que de Rusia, ese enemigo de guerra del que sólo necesitamos su gas. Es que aquí defendemos la ley de restauración de la naturaleza (que hunde a nuestros agricultores ) y sólo con molinillos de viento y placas solares, como cerramos plantas nucleares no llegamos … Ah! y Trump es el diablo: que los empresarios europeos no seamos capaces de producir a precio competitivo no es culpa de los impuestos asfixiantes, o de normativas y regulaciones delirantes e inasumibles, ni de una deuda galopante asumida irresponsablemente por un aparato estatal hipertrofiado y creciente; es de los aranceles y a callar. Me va quedando claro
En fin, volviendo a lo nuestro y los bacilo-cocos amenazantes. Vivir con miedo es una ocupación agotadora. Yo soy más fan de una frase que una vez vi escrita en la costrosa puerta de un retrete público francés: la vie c´est une maladie mortel de transmisión sexual (No la pienso traducir, hágalo usted porque es divertida y tiene miga). A mí me molesta mucho eso de las toallitas desinfectantes, lo de percibir al otro siempre como un montón de microbios o mirarle siempre las uñas al estrecharle la mano. Desconfiar siempre. Advertir siempre a los hijos del peligro. No toques, está sucio, no compartas, no salgas a la calle, no te sientes en el suelo, no digas negro, ni moro, ni gordo, ni flaco… no digas nada...
La realidad es que nuestra libertad, nuestro libre albedrío, nos viene de fábrica y sólo hay dos maneras de evitar que lo usemos: Una es el miedo, que el Estado y sus voceros reparten a discreción; la otra es la ignorancia. Hay que dudar de todo y todos e informarse. Sólo si somos conscientes de ello podemos desactivar el sistema de miedo, trolas y opresión en el que estamos sumidos.