Fundado en 1910
Vidas ejemplaresLuis Ventoso

A majadería por fin de semana

Aunque aquí lo anormal ya se ha vuelto normal, es oportuno recordar que una vicepresidenta de un gran país no puede ir por ahí soltando sandeces por sistema

Actualizada 15:55

El mundo se ha conmovido, o entretenido, con muchas historias de amor de todo tipo (¿quién logra retener un lagrimón ante el final de El cuaderno de Noah?). En la alta literatura descuellan las tragedias de Romeo y Julieta y la nuestra de Calisto y Melibea, o el sublime sentimiento poético de Dante por su adorada Beatriz.

A la par de esos romances de leyenda, destaca en el presente siglo el de Pedro y Begoña. Alcanzó su clímax hace un año, cuando el enamorado publicó una epístola enternecedora y anunció un retiro de cinco días para meditar si dejaba el poder por el bien de su amada. Aunque se veía a leguas que aquello era una patochada para opacar las corruptelas familiares, hubo quien se lo tomó en serio, caso de María Jesús Montero, vicepresidenta, ministra de Hacienda y número dos del PSOE.

Según cuentan en los mentideros socialistas, mientras el líder fingía que meditaba, ella acarició fábulas sucesorias. Nuestra Marisu de Triana acudió a Ferraz para ponerse al frente de la manifa del «¡Pedro quédate!», desplegando tan fervorosa mímica en su arenga que casi se le descoyuntan las extremidades con tanto abrazo a los yayo-militantes pastoreados hasta allí con autobuses.

Sin embargo, a la par de aquellos shows empezó bajo cuerda a enseñar la patita sucesoria. Y alguien se lo chivó a Peter, que no perdona. Su venganza ha sido de una crueldad maquiavélica: castigada como candidata en Andalucía, a pegarse cabezazos contra el frontón electoral de Bonilla.

Además de sus ocupaciones en el ministerio y el PSOE, Marisu se ve forzada ahora a hacer bolos electorales en su tierra, y se la ve atacada, pasada de rosca. Persona nerviosa ya de natural, está tan acelerada que se ha convertido en una bomba de relojería dialéctica. Hace una semana la armó cargándose la presunción de inocencia (y por lo tanto el derecho). Y en el mitin de ayer, siguiendo con la campaña gubernamental contra las universidades privadas, puso en duda que los médicos y profesores formados en ellas «ofrezcan garantías».

El comentario es absurdo y supone una ofensa gratuita a millones de profesionales de ayer y hoy. De hecho, es de temer que cualquier titulado de una universidad privada está bastante más capacitado para lo suyo que la intrépida Marisu para llevar todo un Ministerio de Hacienda.

La degradación de la vida pública que ha traído el sanchismo hace que aquí ya dé todo igual. Pocos se toman la molestia de razonar y señalar las coces a la lógica por parte de la izquierda populista que nos gobierna. Otro ejemplo: nuestra Marisu insistió desaforada en que el PP tiene que romper con Vox y situarse así «en el lado correcto de la historia» (ole el latiguillo-topicazo). Pero lo cierto es que Vox es un partido que defiende a España, mientras que el Gobierno de esta señora está aliado con un fugitivo separatista, con el colíder de un golpe sedicioso condenado a 13 años de trena y con el partido de una banda terrorista que a comienzos de este siglo todavía asesinaba a sus correligionarios del PSOE.

No es aceptable que una persona que ocupa el cargo de vicepresidenta de una nación de la categoría de España salga a majadería por fin de semana. Si se le calienta la boca en los ardores mitineros, o sufre desvaríos transitorios al subirse al escenario, tila o terapia. Y si simplemente piensa así, que dimita, pues no cabe ocupar tan altas magistraturas con la capacidad de juicio embotada.

Días atrás leí una información que recogía cuál es la película más terrorífica de la historia según la ciencia. Ese terror nos parecerá una comedieta al lado del que experimentaremos el día en que esta pirómana de locución atropellada desaloje el Ministerio de Hacienda y se destape lo que hay bajo la alfombra de los balances. ¡Pánico!

(PD: Si el PP atiende al ruego/exigencia de Marisu de ayudar a Sánchez ante los aranceles, apaga y vámonos. Con Sánchez, ni a jugar al parchís).

comentarios
tracking