Los amigos de la señora
Teniéndolo meridianamente claro, lo más verosímil es que esa pausa sirviera para echar la vista atrás y revisar de arriba a abajo las agendas de Begoña Gómez. De momento, la señora sólo aparece mencionada fugazmente en las conversaciones de los hombres de Ábalos
Hace un año. Será la próxima semana, el 25 de abril. Pedro Sánchez abrió un paréntesis de cinco días en su mandato. Para reflexionar, nos dijo. Los suyos se rasgaban las vestiduras creyendo que, dolido por la imputación de su mujer, acabaría dejándoles huérfanos de liderazgo. Los de enfrente se maliciaron desde el primer momento de la treta: no eran sentimientos, sólo una estrategia calculada o improvisada por la alarma. Un año después, nada ha cambiado. Aunque podamos sospechar, aún desconocemos los porqués de aquella pantomima, si bien las razones que explican el susto que pudo llevarse el presidente parecen estar a estas alturas meridianamente claras.
Hace un año, desconocíamos las andanzas de José Luis Ábalos. En Madrid, la corte de los rumores, se susurraba, se decía y se dejaba caer, pero todo eran insinuaciones. El juez investigaba los cobros por las compras de mascarillas; sin embargo, todavía Koldo colaba ante la opinión pública como el malo de la película. Nosotros nada sabíamos entonces. Pedro Sánchez sí lo sabía. Al menos desde 2021, tuvo la información suficiente acerca del inaceptable comportamiento de su mano derecha en el PSOE. Y, pese a que le apeó del ministerio, le mantuvo en la candidatura, aforado en el Congreso. Dice el refrán que la cabra tira al monte. Cuesta creer que, después de pasar semanas y semanas recorriendo las agrupaciones socialistas con esta banda, no supiera de qué pie cojeaban. O tal vez sí y por eso se tomó los cinco días.
Teniéndolo meridianamente claro, lo más verosímil es que esa pausa sirviera para echar la vista atrás y revisar de arriba a abajo las agendas de Begoña Gómez. De momento, la señora sólo aparece mencionada fugazmente en las conversaciones de los hombres de Ábalos. Tal vez sea porque el juez tiene vetado el acceso a la carpeta más jugosa, la de los cientos de millones de un rescate. Dice Aldama que le dijo Hidalgo que iba a solicitar su intercesión. ¿Lo pidió? ¿Ella lo hizo? Tuvieron también contacto en San Petersburgo, al amparo del oscuro presidente georgiano de la OMT, el que ahora pelea por la reelección avalado por Zapatero, perejil de todas las salsas. Y celebraron actos conjuntos en Madrid. Y se encontraron en República Dominicana. Quién sabe si acompañada de Reyes Maroto, desaparecida después de que se relevaran sus conversaciones o más bien sus ruegos al influyente empresario. Todos se conocían. Todos hablaban. ¿Todos hacían negocios?
Hoy sabemos más que hace un año, pero siempre será menos de lo que hace doce meses ya sabía el presidente y todavía no nos ha contado. La maraña de relaciones personales parece definida. Sólo hay que saber qué lugar en ese entramado, si es que hay sitio para él, ocupaba Pedro Sánchez. ¿Consentidor? ¿Facilitador? ¿Víctima de la ristra de los estafadores que merodeaban a su alrededor? Los procesos penales avanzan, se van desmadejando los hilos, son muchos los señalados y la amenaza de penas de cárcel provoca mucho respeto: no tardaremos en enterarnos del verdadero porqué de su encierro. Aunque hayamos tenido que esperar un año.