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Al bate y sin guanteZoé Valdés

Ya yo lo viví

Nunca he sido extrema en nada, tal vez toque serlo, de verdad. Soy, eso sí, de extrema necesidad para mí misma, para mi descendencia, si no lo hago como lo estoy haciendo, el infierno regresará sin piedad, le tocará a mi hija, a sus hijos cuando los tenga

Actualizada 01:30

Resulta que los periodistas y youtuberos españoles ahora después de los franceses están debiendo exiliarse, ¿recuerdan cuando se los contaba con relación a Francia, y también mucho antes, con relación a Cuba y no me creían, inclusive viéndome exiliada lejos de mi tierra? Pues ya estamos de nuevo con el exilio como escudo y resguardo, provocado por la intolerancia y la indecencia.

La situación irá a peor, lo advertí también, y también resulta que los que hoy advierten con mis propias palabras, que no oyeron mis advertencias, tampoco hoy se acuerdan de que las hice. No sólo yo, fuimos unos cuantos cubanos quienes las hicimos, pero se burlaron de nosotros, argüían que exagerábamos, que ellos no eran como nosotros. Reitero, irá a peor, aunque todavía crean que el acoso individual será lo máximo; no, esa gente va siempre a más, a dañar en lo más profundo.

Cuiden a sus hijos, irán contra ellos también, menciónenlos y expóngalos lo menos posible, los comunistas saben atacar duro y en donde más duele. A mí me trataron de quitar a mi hija, de secuestrarla (con todas las letras de la palabra), amenazaron desde la embajada castrista: «Conocemos la escuela a la que llevas a tu hija», dijo aquel oficial vestido de negro que durante una manifestación en tiempos de la Primavera de Cuba surgió del interior de la sede diplomática y me amenazó con el dedo y con palabras. El vídeo está en YouTube. No se detuvieron, fueron a lo peor… Debí denunciar a la sabandija, menos mal que lo hice, cuatro años de juicio, en la que una menor debió resistir cuatro horas de interrogatorio en la Brigada de Protección al Menor, su padre y yo, nueve horas, sus maestros, su pediatra, sus abuelos, amigos… Finalmente, la sabandija huyó, debiéndonos la multa que le valió la amenaza, fue a refugiarse a donde siempre van, como una rata cobarde, al regazo del comunismo.

Intentaron asesinarme, en varias oportunidades, una de ellas empujándome contra un bus en el bulevar Henri IV, otra en un Salón del Libro, todo con pruebas suficientes. Le modificaron los medicamentos a mi madre enferma de cáncer, iba a durar un año, se me fue en menos. Son asesinos. Eso también llegará a España de la mano de este gobierno, sépanlo, saberlo siempre abrevia y adelanta la defensa.

Eso ha sido lo más grave, aunque faltan cosas. Falta cómo han intentado destruir mi carrera profesional, cómo cuelan a los suyos en los sitios donde he logrado avanzar proyectos, cómo desacreditan con mentiras, infamias, que parecieran venir de gente del bando de uno, pero al final son sus infiltrados, pertenecen a su ejército de sabandijas. La vida no será ya inocencia y bienestar. Todo se volverá un infierno. Eso sí, deberán volverse más vigilantes, más cuidadosos, no se podrá perder ningún detalle, y por esa razón también se estará más solo. En esa soledad vivo hoy, agradecida de los que me han respaldado creyendo en mí porque lo han visto con sus propios ojos, han sentido la herida.

No sólo tendrán que exiliarse, irse lejos o cerca, da igual, ellos te tendrán en la mirilla, no te perderán pies ni pisadas, te encontrarán mediante cualquier subterfugio, el que menos esperes de parte de quien menos lo esperes. Buscarán una excusa, un artículo publicado, una novela, una acción inclusive artística, una información, cualquier intento para ir contra ustedes; mediante acusaciones, juicios, porque hasta los jueces se prestarán para semejante infamia, si no lo hacen no podrían existir. La amenaza será real y estará en todas partes, cada vez en muchas más. ¿Al doblar de la esquina? No únicamente; estará detrás de la puerta, si lo logran también dentro de la propia familia, junto a ti, en la cama, el que duerme contigo, en el que creías, tu enemigo será tu amor…

Sí, es muy doloroso, porque cuando lo cuentes no te creerán, te llamarán loco o loca, tratarán de arrastrarte por el lodo, conseguirán que pierdas los que con tanto esfuerzo habías alcanzado. Su meta es doblegarte primero, al final aniquilarte, destruirte. Frente a ellos no hay tregua ni perdón. Frente a ellos sólo hay: o su existencia o la mía. De ahí que haya que sacarlos del poder, porque si no lo hacemos tendremos lo que hemos tenido en Cuba, ya lo tenemos en Francia. Un ejemplo, sólo uno: un crítico literario importante que siempre acudía a mí admirado tras la publicación de cada libro, devuelve mi primera novela escrita en francés, ni siquiera la acepta porque según él soy de extrema derecha. Nunca he sido extrema en nada, tal vez toque serlo, de verdad. Soy, eso sí, de extrema necesidad para mí misma, para mi descendencia, si no lo hago como lo estoy haciendo, el infierno regresará sin piedad, le tocará a mi hija, a sus hijos cuando los tenga; estoy, de hecho, reviviendo un ciclo diabólico, dañino, lo que no desearía jamás para ustedes, que no volviera a suceder a nadie. Pero está sucediendo.

¿Saben cómo le llamaban los cubanos a la película alemana ‘La vida de los otros’?: «La vida de nosotros».

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