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Cartas al director

Tiana y la filosofía

No. No es una nueva película de Disney. El Tiana del que hablo es el eterno secretario de Estado de Educación de los últimos gobiernos socialistas, D. Alejandro Tiana Ferrer.

Dicen que está crispado. Que la buena de Filosofía le está sacando de sus casillas. Suponía que su plan de asesinarla, cual Bruto a su padre César, no iba a tener la repercusión mediática y social que va adquiriendo. Y, para intentar zanjar el asunto, decide convocarla para notificarle su asesinato, sin paso atrás. Y lo hará no de forma dulce sino con enfado. ¡Pobre Filosofía!

O, tal vez, ¡pobre Tiana!

Filosofía se acerca y, susurrando, pregunta: ¿recuerdas?

«La educación tiene por objeto lograr el máximo desarrollo de las facultades intelectuales, físicas y emocionales de las nuevas generaciones, y al propio tiempo permitirles adquirir los elementos esenciales de la cultura humana», afirmabas en uno de tus artículos.

¿No soy, pobre Filosofía, un elemento esencial de la cultura humana? ¿Se puede lograr, sin mí, el máximo desarrollo de las facultades intelectuales?

«Ofrecer una educación de calidad para unos pocos y mediocre para los demás equivale a rebajar la calidad general del sistema educativo», escribías.

Y sin mí, Filosofía, ¿no estarás ofreciendo una educación mediocre?

«En las sociedades actuales es inaceptable mantener el analfabetismo», añadías.

Y yo, desdichada Filosofía, te pregunto: ¿minusvalorando el papel de la razón no estás perpetuando lo inaceptable: el analfabetismo?

«Dado que los seres humanos no nacen con el bagaje de conocimientos, actitudes y valores necesarios para vivir una vida personal plena y desenvolverse en una sociedad, es necesario facilitarles al máximo su consecución, por medio de la acción educativa», apuntabas.

Si realmente crees esto, ¿por qué me quieres matar? ¿No aporto nada a una vida personal plena? ¿Realmente lo piensas?

«Con el fin de formar ciudadanos autónomos, maduros y con criterio propio, es necesario que el profesional docente ponga todo su empeño en el desarrollo del espíritu crítico propio y de sus alumnos, de modo que aprendan a valorar, juzgar y sopesar la veracidad, alcance e importancia de cuanta información reciban a través de distintos medios», aseverabas.

Valorar, juzgar, sopesar la veracidad, espíritu crítico propio. ¿Crees que es posible sin mi presencia?

Tiana calla. Mirada crispada. La cicuta está servida. ¡Pobre Filosofía!

José Javier Ruiz Serradilla, profesor de Filosofía

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