Cartas al director
La hípica de Loyola en San Sebastián
Es conocida la tradicional vinculación que guarda la ciudad de San Sebastián con el mundo hípico, lo que justifica la ubicación en Donostia de diferentes instalaciones caballares como hipódromos, centros hípicos, o yeguadas. Igualmente, viene de antaño la vinculación de muchas de estas instalaciones con el mundo castrense, y en concreto con la actividad militar y la cría caballar.
En las instalaciones de la hípica de Loyola, situadas en este barrio donostiarra, se vienen celebrando desde siempre concursos hípicos de carácter internacional con nutrida concurrencia de jinetes y caballos, al tiempo que el centro deportivo ha servido también como lugar de reunión de aquellos amantes los deportes hípicos, tanto civiles como militares, lo que motivó en su momento que la banda terrorista ETA lo señalara como objetivo para sus bombas.
Ahora que han cesado las amenazas terroristas, por lo que pueden realizarse con tranquilidad las actividades deportivas, el Ministerio de Defensa ha dispuesto el cierre de las instalaciones de la hípica de Loyola con el fin, al parecer, de ubicar en estos terrenos los futuros acuartelamientos que hayan de sustituir a los cuarteles de Loyola, que graciosamente el departamento militar viene negociando su cesión al Ayuntamiento de San Sebastián para la construcción de viviendas.
Sin entrar a valorar la oportunidad de esta decisión del cierre de los acuartelamientos de Loyola, es evidente que el traslado de estos cuarteles a los terrenos donde se localiza la hípica de Loyola resulta del todo inviable, no ya solo por sus escasas dimensiones, sino por tratarse de suelo rústico que requiere de una larga actividad administrativa para su conversión en urbano, lo que generaría además la oposición de movimientos ciudadanos y ecologistas.
Cierto es que, si el Ministerio de Defensa sigue adelante con su propósito de desterrar la hípica, lo que va a conseguir desde luego es la pérdida y abandono de unas cuidadas instalaciones, que serían objeto de ocupación y de salvaje vandalismo, como ha ocurrido ya en demasiadas ocasiones con instalaciones militares abandonadas.
Parece que el único objetivo que persigue el Ministerio de Defensa es lograr que la sociedad, que actualmente gestiona a su riesgo y ventura las instalaciones de la hípica, abandone las mismas, con pérdida de todas las inversiones que ha venido realizando hasta la fecha, sin haber recibido compensación alguna por haber permanecido durante la pandemia sin percibir ingresos, pero asumiendo el coste del personal necesario para el mantenimiento y vigilancia, para que finalmente el departamento castrense deje los terrenos abandonados a su buena suerte hasta en tanto consiga algún acuerdo con el Ayuntamiento, prácticamente imposible de lograr.
Y todo esto, para terminar, con enorme perjuicio para los socios y usuarios, civiles y militares, para el personal que allí trabaja, y, particularmente, para los concursos y demás actividades hípicas que anualmente se celebran en Loyola con enorme prestigio para la ciudad donostiarra.