Cartas al director
Juez Carretero
No sé si los señores Medina y Luceño son inocentes o culpables; la justicia dirá. Los juicios de telediario ya los han condenado. Lo más suave que les han llamado ante las cámaras de televisión es sinvergüenzas.
Escuchando el interrogatorio que el Juez Carretero hizo el otro día pareciera que también ya los había condenado a priori. Me explico. Cuando alguien pregunta algo a alguien y no espera que le responda tiene la pinta de que le importa muy poco la respuesta. Yo, en mi ingenuidad, pensaba que la obligación de cualquier juez es la búsqueda de la verdad judicial. Por eso interroga. Por eso existen las partes: Fiscalía y defensa. Por eso se deben presentar pruebas (todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario).
En el interrogatorio del juez Carretero, no esperaba la respuesta de los acusados. Les interrumpía a cada frase. Les recriminaba sus acciones. Lejos de la ponderación de la que debe hacer gala cualquier juez.
El ciudadano de a pie –tal es mi caso– necesita creer en la imparcialidad de la justicia. Las condenas a priori pertenecen a regímenes como el que gobernó la Unión Soviética durante siete décadas.