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Cartas al director

20 de junio

Evidentemente, a estas fechas de la campaña de las elecciones andaluzas, la situación se podría retratar como en el famoso dicho «el pescado está ya vendido», es decir, ya nadie discute, ni el propio candidato socialista, que el PP va a arrasar en estas elecciones que, si bien son autonómicas, todo el mundo sabe que tiene unas connotaciones claramente nacionales. Andalucía siempre ha sido la piedra de toque donde se han marcado los cambios de ciclo político en España. Sucedió en 1982 y va a suceder, en el giro contrario, 40 años después. Nunca, jamás, el PSOE ha ganado unas elecciones generales perdiendo su territorio más importante, donde se han forjado sus mayorías, en el conocido «granero andaluz». El problema para el PSOE es que tampoco, en 40 años desde las primeras autonómicas, su derrota electoral va a ser tan radical y extrema, a pesar de que el pueblo andaluz no es de derechas ni nunca lo ha sido, sino más bien de centroizquierda hacia la izquierda. Entonces, si sociológicamente es así, ¿qué puede explicar este terremoto electoral, algo impensable hace unos pocos años? La respuesta es muy evidente, Pedro Sánchez. Tiene nombre y apellidos. El presidente socialista es ya el peor inconveniente y problema del socialismo a nivel nacional pero, sobre todo, territorial. Lo que va a ocurrir el 19 de junio va a arrastrar, irremediablemente, a Castilla la Mancha, a Extremadura y a otros territorios igualmente feudos tradicionales de la marca PSOE. Esto es algo que lo saben todos y de ahí la importancia del 20 de junio. Nunca se habrá producido un hundimiento electoral del centroizquierda por culpa de un solo hombre, jamás, ni en los momentos más terribles de la caída en intención de voto del felipismo tardío. Ojalá Pedro Sánchez pudiera equipararse a Felipe González, ni por asomo se parecen, todo lo contrario. Desde mi posición liberal, debo reconocer mi enorme preocupación ante la previsible reacción antidemocrática y autoritaria de este trágico personaje, endogámico, narcisista, patológico, incluso suicida. Pero si en la derecha moderada hay preocupación, más todavía en los militantes y altos cargos del PSOE, porque corren peligro sus fuentes de ingreso, su estilo de vida, por mor de haber convertido, durante décadas, un servicio público coyuntural en su modo de vida y trabajo. Lo que les viene encima es de tragedia griega, nunca mejor dicho. Y lo que puede salpicar al resto de los españoles ni quiero ni deseo pensarlo. La alternativa será, o Pedro Sánchez y el sanchismo, o la supervivencia de una marca y la estabilidad democrática de este país. Así de duro.

Julio José Elias Baturones

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