Cartas al director
Lo que nos jugamos el 19-J
Este próximo domingo podría, y debería, haber sido unas elecciones autonómicas más, sin el mayor protagonismo, pero, por razones obvias, no va a ser así y hay razones que lo explican. Andalucía, desde las primeras elecciones democráticas, siempre ha sido un feudo del PSOE, hasta extremos absolutos. En este sentido, la derecha democrática, actualmente conocida como el centroderecha moderado, nunca tuvo ninguna posibilidad real de llegar al poder, en un ejercicio sano y democrático de alternancia. Las sociedades que carecen de alternancia y rotación son sociedades subdesarrolladas, políticamente infantiles y carentes de un mínimo de solvencia como pueblo. Fueron casi 40 años de hegemonía socialista que derivaron en un régimen propiamente dicho con connotaciones de chiringuito y una modalidad moderna de caciquismo rural. Afortunadamente, esto cambió en las pasadas elecciones. En tres años, cerca de cuatro, Andalucía y los andaluces hemos notado el nuevo aire de libertad, de progreso en el buen sentido de la palabra, de estar a la cola de las otras comunidades a cuotas inimaginables, a pesar del coste social y económico de la pandemia. Personalmente no milito en ningún partido, ni de izquierdas, ni de derechas ni de centro, ahora bien, creo que el pueblo andaluz se merece continuidad en lo bien andado, para no volver, una vez más, a los 40 años anteriores. Tengo muchos amigos de izquierda que votarán a cualquier opción que no sea el PSOE ni, mucho menos, a las otras izquierdas ultras, a quienes aborrecen. Lo importante es aceptar el resultado y salir a las calles el domingo, no el lunes, como de una forma tan irresponsable como antidemocrática ha dejado caer la señora Lastra, que es más un lastre que otra cosa. Por eso, a votar y que sea en libertad, no por miedo o por compra de voluntades. Eso espero.