Diferencias prácticas entre la derecha y la izquierda

Decía Ortega y Gasset que «ser de la izquierda es como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral». Pues bien, y a pesar de que cada vez hay menos diferencias entre la izquierda y la derecha, en el seno de una sociedad democrática y avanzada, lo cierto es que aún, sobre todo en el aspecto de la práctica, se pueden observar algunos matices distintos y significantes. Así, en la práctica, la izquierda tiende más al intervencionismo, a subir impuestos y a fomentar la propaganda, con exclusión de cualquier otra ideología, mientras que la derecha defiende más a la iniciativa privada, a reducir impuestos, pero tiene capacidad de gestión y muy poco de propaganda. En ese sentido, la derecha es más sosa y aséptica, mientas que a la izquierda le encanta vivir del cuento y no se cansa de bombardearnos de propuestas bienintencionadas, como si estuviéramos en el País del Nunca Jamás de Peter Pan, buen referente de Pedro Sánchez. El problema o dilema es que los ciudadanos, que en su inmensa mayoría no entienden de política, de macroeconomía o de valores, que solo desean vivir bien y con tranquilidad, se ven constreñidos en este juego bipolar entre una izquierda infantil e irresponsable y una derecha seca y sin encanto. Pero el problema o dilema es que con Pedro Sánchez el juego bipartidista se rompe y ya no hay vuelta atrás. Desde que llegó al poder, con su nombramiento como secretario general del PSOE, Pedro Sánchez destruye el estilo de la política en España que, si bien ya tenía un cierto aburrimiento, sin embargo, concedía una tranquilidad social, por mantenerse acuerdos de Estado entre ambas formaciones políticas. Incluso con Zapatero y Rubalcaba. Desde este punto de vista, la pregunta sería: ¿se mantendrá Pedro Sánchez, el sanchismo o los sanchistas en el poder? Y, también, la alternativa a esta cuestión: ¿será capaz la derecha o derechas de tener lo que hay que tener para ilusionar en lugar de recoger el cabreo de los que odian al socialismo? Ya veremos.