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Cartas al director

Las luces de Pedro

Que tenemos que ahorrar energía es un principio que todos conocemos desde muy temprana edad y que procuramos practicar, sobre todo si pertenecemos a una clase social media/baja. La primera razón, la económica, pero hay otras muy importantes como puede ser la escasez de recursos energéticos, que si en condiciones normales resultan suficientes, ante el menor incidente puede ser deficitario.

En España disponemos de cinco centrales nucleares, con siete reactores, todas construidas en la década de los 80 y que continúan en funcionamiento. Esperemos que sigan todavía durante mucho tiempo, pues cubren gran parte de las necesidades energéticas de nuestro país. También poseemos un elevado número de centrales hidroeléctricas (cerca de 800), de muy diverso tamaño, que producen el 20 por ciento de la energía que se consume, y, por supuesto, también poseemos un elevado número de centrales térmicas, con los diversos combustibles posibles (gasoil, carbón y gas).

Es evidente que, con este panorama, es muy difícil quedarnos sin fuentes de energía que nos suministren la que necesitemos, aunque ello no quita que recomiende la austeridad en el consumo. Pero también a los responsables, el Gobierno, las medidas necesarias para hacer frente a las posibles emergencias en el suministro, sobre todo intentar mantener las fuentes más productivas y rentables, las más limpias y que eviten nuestra dependencia energética de otros países. Creo que todo esto puede encontrarse en la energía nuclear.

Naturalmente hay que mantener las otras energías como adicionales de la principal, hidroeléctrica y térmica, además de las nuevas, eólica, fotovoltaica, mareomotriz, pero manteniendo la prioridad y toda la atención en las centrales nucleares.

Pablo D. Escolar

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