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Cartas al director

No toques a mis hijos

La hipocresía del Gobierno nos lleva a pensar de ellos que son unos santos varones, con una moral envidiable y que se ocupan por nuestra decencia y virtud. Esto se deduce al observar cómo se ocupan de los casos de abusos de menores que se producen. Pero lamentablemente solo lo hacen de los actos que ocurren con la Iglesia católica, que es un porcentaje ínfimo del total de los que tristemente se producen en toda la sociedad.

No, el Gobierno, según hemos podido observar estos días, no busca la protección del menor, ni su decencia ni su virtud; se ocupa de justificar la pederastia. Hay una pobre mujer, pobre de luces, de ética, de recato, y de muchas cosas más, que se pone a predicar y promover que los niños pueden tener relaciones sexuales con quienes quieran y les dé la gana. ¡Pobres los hijos de esta señora, la educación que le van a dar! Además, no señala edad alguna, lo que indica que desde su más tierna infancia pueden aceptar estas relaciones con hombres o mujeres de todas condiciones y edades.

Es decir que la pederastia es un ejercicio recomendado por esta perversa señora que, entre otras muchas cosas, se le da muy bien intentar el enfrentamiento entre hombres y mujeres, la perversión de niños con salvajadas como estas, la destrucción de nuestra lengua (niños, niñas, niñes)… Sus aseveraciones nos llevan a pensar en su estado mental, no muy equilibrado. Afirma que no son sus familias las que deben educarles, ¿será más recomendable que lo haga ella? Los padres no están para eso. ¡Qué poco sabes de lo que es amor, Irene Montero! Las prostitutas serían las personas más amadas, según tus teorías. Los niños aman mucho a sus padres, pero nada a esos con los que tú quieres que se acuesten, aunque tengan cuatro años. Afirman muchas personas que estás desquiciada. Es inapelable, debes dimitir. Tu maldad, tu incapacidad para la educación es manifiesta, tu odio al mundo infantil y a cuantos les protejan es tu mayor virtud, tanto como el odio a los hombres. No prepares más la legalización de la pederastia, como habéis hecho con la legalización del asesinato. Márchate ya y déjanos en paz.

Pablo D. Escolar

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