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El indulto en España es una medida de gracia que compete exclusivamente al poder ejecutivo, otorgándolo el ministro de Justicia, con previa deliberación del Consejo de Ministros. Por el indulto, las personas afectadas por esta gracia siguen siendo culpables, pero se les exonera del cumplimiento de la pena, total o parcialmente.

Pienso que, últimamente, los españoles no somos conscientes de la seriedad y responsabilidad que conlleva un indulto, y más si esta gracia va dirigida o se aplica a un político por los delitos cometidos en sus funciones como tal. Teniendo en cuenta que la concesión del indulto es prerrogativa en España, del jefe del Gobierno, es lógico preguntarse: ¿es ético que un presidente de Gobierno, indulte a un político de su mismo partido?

Centrándonos en el indulto del señor Griñán, tema muy debatido y cacareado últimamente en los medios de comunicación, entiendo que sus familiares soliciten su indulto; ahora bien, lo que no comprendo es que otros políticos y más si estos son de su «cuerda», pidan la referida gracia. No debemos caer en un mercadeo de peticiones en este asunto. España no está en estos momentos para frivolidades, existen otros problemas más importantes que resolver por el Gobierno del señor Sánchez.

El señor Griñán ha sido juzgado y condenado por el Tribunal Supremo a 6 años de cárcel y 15 años de inhabilitación por malversación de caudales públicos y prevaricación. Este señor, según el referido Tribunal, conocía y consintió el «descontrol absoluto» del fraude de los ERE, a través del que desviaron durante una década, 700 millones de euros de las arcas públicas –unos 116.480 millones de pesetas–; ese dinero, tenía que haber sido destinado para auxiliar a los parados. Sin más comentarios.