Cartas al director
Capital y pobreza
La unión del capitalismo y el comunismo ha creado un Estado global y servil, un nuevo sistema de Gobierno. Creando un dominio del mercado de los productos básicos. El capitalismo no es una mera fórmula de organizar la producción y la distribución de bienes y servicios, sino que tiene un dominio totalizador del hombre. El comunismo sí domina de forma totalitaria la voluntad del hombre y esa unión con el capitalismo ha creado un «hombre nuevo». ¿Y cómo es ese «hombre nuevo» que sea creado? Un «individuo» sometido a los poderes de producción que busca la felicidad personal. En un sistema que exige un reajuste en el género de vida de las masas y un cambio de las costumbres, de las leyes, las instituciones y las políticas democráticas. Hasta llegar incluso a trasformar la moción que tiene el hombre de su destino en la Tierra.
Hoy podemos confirmar sin miedo que dicha transformación ya se ha consumado, con los virus y las guerras, cambiando la faz de la vida humana. Esa unión de capitalismo y comunismo está desordenando los bienes materiales necesarios para el bienestar de la sociedad, debilitando la vida espiritual y el decaimiento de la fe. Esta unión somete al individuo donde cada persona debe valerse por sí misma en beneficio del poderoso. En un conglomerado de individuos que dependen unos de otros y están sometidos a otros más poderosos, para sus propios intereses.
Desaparece la comunidad unida por un bien común, en la que toda persona viene al mundo con unos derechos y obligaciones irrenunciables a vivir una auténtica vida comunitaria. El nuevo sistema del «hombre nuevo» destruye la familia, facilita divorcios, cambia sexos, provocando la competencia entre ellos, enfrentando a las generaciones y tratando las virtudes domésticas cada vez con mayor desprecio, provocando la muerte de todos los bienes que nuestros padres nos dejaron. Moral, dignidad, y respeto…